De Kosovo a Troya

   Dicen los últimos despachos de prensa -cito textualmente- que: "Estados Unidos ha negado que el visto bueno de la Corte Internacional de Justicia a la independencia de Kosovo sea aplicable a otras regiones de Europa donde existen movimientos nacionalistas. Al ser preguntado si esta decisión podría dar alas a otros movimientos secesionistas como los existentes en el Vasco o Cataluña, el portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, negó que el dictamen sea aplicable "a ninguna otra situación".

   Y, ¿qué?, añadimos nosotros. ¿Qué importancia tiene lo que Washington diga hoy, si, como prueba la Historia, mañana puede decir lo contrario en función de nuevos intereses. Amén de un castigo a la  Serbia de Milosevic, Kosovo es fruto de esos intereses. Los Estados Unidos necesitaban una base sólida a pocas horas de vuelo de la estratégica región petrolífera que, allende el Cáucaso, se extiende por las antiguas repúblicas soviéticas que flanquean Irán y a Afganistán por el norte. Y la encontró en el corazón de los Balcanes. Poco importaba que en términos históricos Kosovo fuera la matriz de Serbia. Algo similar a lo que en la Historia de España significó  Asturias en el inicio de la Reconquista. Aquí fueron los moros, allí  los turcos. Por eso cobra sentido la declaración del Gobierno de Belgrado anunciando que ni reconoce la independencia de Kosovo, ni renunciará a recuperarlo. Serbia perdió el control de su antigua provincia tras la intervención de la OTAN en 1999. Ya se sabe que la Historia la escriben los vencedores.

   Respecto de si lo ocurrido en Kosovo pudiera crear simetrías en Cataluña o el País Vasco, mi opinión es que aquí no hace falta mirar a Washington. Los nacionalistas llevan años construyendo su Caballo de Troya, pero la madera, los materiales que precisan para construir el puente hacia la independencia se los facilita la Ley Electoral. Cuando en España las circunscripciones electorales sean de ámbito estatal, los partidos nacionalistas dejaran de tener en sus manos a los grandes (PSOE y PP) y el problema de la deriva secesionista se aplazará otros trescientos años.