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Iñaki Anasagasti

Treinta años al parecer no son nada

Treinta años al parecer no son nada

domingo 25 de julio de 2010, 22:39h

El del miércoles 21 en el Senado fue un debate terrible. Dicen que la política es ir venciendo resistencias.Pero, en el caso español, esas resistencias no se mueven ni con un Caterpillar. Treinta y dos años después de aprobada una Constitución que le da al Senado la característica "de Cámara de representación territorial” y que consagra en su artículo tercero que además del castellano existen lenguas cooficiales y que "la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección" una iniciativa de unos 43 senadores para que en los plenos de aquella casa puedan utilizarse los cuatro idiomas, sacó lo peor de un PP preconstitucional. Los de la Roja, los de la bandera española hasta en el retrete, no pueden tolerar que haya traducción simultánea en aquel foro porque España sigue siendo una y castellana. La España plural no existe. Mucho menos la lingüística. Y nos mandaron un antiguo falangista, Juan Van Halen, un franquista madrileño, con obra hagiográfica del Movimiento, a ponernos "en nuestro sitio”. El mismo que anduvo de librería en librería retirando aquellas apologías a la violencia del régimen.

El PSOE nos presentó una enmienda para que en el pleno esto se aplicara solo a las mociones y entre eso y la nada se optó por el pasito con gran escándalo del PP que le parece una afrenta que en ese hemiciclo los señores senadores se pongan el pinganillo. No les parece mal que en Bruselas, sabiendo todos inglés, defiendan al castellano como José Antonio Primo de Rivera el sepulcro del CID, y les parece bien que el representante de Malta, use el maltés en esos foros de Dios, pero ¡Horror!, en la España de los Reyes Católicos, ni hablar. Se comprueba en los mensajes de Su Graciosa majestad, Juan Carlos de Borbón, que jamás en sus saludos utiliza ni una palabrita en los tres idiomas cooficiales a diferencia de su homólogo el rey belga que anima a los suyos a aprender los tres idiomas, francés, alemán y flamenco. Ésa es la pequeña diferencia de este país entre el poeta Van Halen y el poeta Machado que describió muy bien lo que vivimos el miércoles.

"La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María... Una España implacable y redentora. Una España que alborea con un hacha en la mano vengadora. España de la rabia y de la idea".

Esta España existe. Y la resume bien el PP de Cospedal y Basagoiti, los que nos dicen que la traducción simultánea es cara. La democracia para ellos es también cara. No lo son las vacaciones borbónicas en Mallorca con “Bribones” y "Fortunas". En fin, cosas de la España Una, Grande y Libre.

 

TREINTA AÑOS NO ES NADA 

El próximo 31 de julio el PNV cumple 115 años. Lo fundó alguien que vio lejos y que pasó del concepto de una Euskalherria cultural a un proyecto político: "Euzkadi, es la Patria de los Vascos". Euzkadi pues, nación sin Estado, dividida, administrativamente, y, entre dos poderosos Estados. Pero desde entonces con el trabajo de hormiga de generaciones se ha ido desarrollando la idea, desde la recuperación de un idioma agónico, hasta las Selecciones Deportivas, pasando por su presencia en Europa. Guerra, cárceles, persecución, exilio, gobierno, ahí ha estado el PNV como eje vertebrador de país, algo que no se perdona. Hoy parecemos al Príncipe de Viana (“Me roerán por todas partes"). Acuerdo PP-PSOE, acuerdos en polos soberanistas, con la única obsesión de que el PNV muerda el polvo. Pero el PNV es el partido de la gente normal de este país. Del vasco normal, que afortunadamente es la mayoría. Y al que no le hace falta ponerle la bandera española al lehendakari Aguirre, ni mentir para llegar a Ajuria Enea, ni decir que el parlamento Vasco en 1980 era un parlamentucho vascongado para ahora estar como loco en participar en él.

Me invitaron en Derio al treinta aniversario de la inauguración de su batzoki. Fue el 6 de julio de 1980. Desde una ventana les había dicho que unos se dedicaban a destruir pero que lo nuestro era construir. José María Makua, Diputado General de Bizkaia, les había pedido a los ayuntamientos que se acostumbraran a mirar a la Diputación y no a Madrid. Había que cambiar la cultura limosnera, producto de cuarenta años sin Concierto, y el juntero Lasa Apalategui había protagonizado un "susedido" que no se me olvida. "Para que una intervención sea buena -había dicho- al orador se le tiene que ver. ¿Me veis todos? “Siiiii”. Al orador se le tiene que oír. ¿Me oís todos? Siiiii. Y la tercera condición es que sea breve, he dicho". Y se sentó. Nunca he escuchado intervención más corta y contundente.

Aquel año 1980 se inició con la retirada de Madrid de todos nuestros diputados y senadores. Habíamos aprobado el estatuto de Gernika por referéndum el 25 de octubre de 1979 y el lehendakari Leizaola había vuelto del exilio en diciembre de aquel año y el Consejo General Vasco, órgano preautonómico no lograba arrancar la devolución del Concierto Económico para Gipuzkoa y Bizkaia por lo que el nuevo Parlamento y el nuevo gobierno iban a nacer con una mano delante y otra detrás. Ante eso se decidió aquella medida extrema como fue la de abandonar las Cortes con objeto de presionar al gobierno Suárez que empezaba a boquear en su último año de vida.

ETA mató ese año horrible a más de cien personas. Y en ese mes de julio al propietario de un bar en Amurrio y a dos guardias civiles en Orio. En Bergara a un trabajador, en La Rioja a un teniente de la Guardia Civil y, finalizando el mes, a dos hermanos. Todo en ese mes en el que se había atacado al Batzoki de Begoña y me había tocado a mí leer la condena en esa inauguración para, el 18 de julio, ¡vaya día!, soportar un bombazo en el recién estrenado batzoki de Derio.

Fue a las dos y media de la madrugada y costó el arreglo doscientas mil pesetas que tuvieron que pagar aquellos entusiastas pioneros. Y es que ni ETA ni HB toleraban que el PNV participara en las Instituciones.

Entre el 26 y 27 de junio, estando sesionando el Parlamento Vasco en la Diputación de Bizkaia, los obreros de Nervacero nos cerraron la puerta de salida y nos secuestraron. Tenían un serio problema laboral y creyeron que de esa forma directa lo resolvían. Tuvo que movilizarse el PNV para que nos sacaran de madrugada y, por eso el 5 de julio el PNV se organizó una gran manifestación en "Apoyo a las Instituciones Vascas". Y es que entre todos se las querían cargar. UCD no transfería competencias, el PSOE se dedicaba a hostigar a Suárez, los golpistas preparaban el 23F del año siguiente, ETA asesinaba en una orgía de sangre y HB nos hostigaba. En esa manifestación, contramanifestantes de HB le dieron una patada a un marmolista de Zamudio, afiliado en Derio, Ramón Begoña, quien moría a la semana. Al poco destrozaban el ayuntamiento de Lemoa, mientras la crisis industrial mordía nuestro cuerpo social.

Pero en ese año se ponía en marcha el nuevo gobierno vasco y el PNV lograba la devolución del Concierto para Gipuzkoa y para Bizkaia.

  BALANCE

Han pasado treinta años en los que ha pasado de todo. ETA y HB han constatado su fracaso. El PP, antigua AP, sigue en sus trece. El PSE, sigue siendo una sucursal de lo que le digan en Madrid y sólo se oponen a algo cuando de por medio está el PNV.

Mientras en España el paro se acerca a los cinco millones, casi el 23%, en Euzkadi es el 8,69.

Treinta años después, sin perder el perfil de una sociedad industrial exportadora, la sociedad de servicios y el aumento espectacular del turismo demuestran que las apuestas hechas fueron las correctas.

Mientras en Catalunya, CIU demanda el Concierto Económico, nosotros llevamos treinta años con él y hemos logrado su "blindaje".

Mientras ETA se resiste a dejar la vía armada y HB no da el salto, la reivindicación de este mundo, es que les dejen presentarse a las próximas elecciones. De haberlo despreciado en 1980 por raquítico, a la angustia de su ostracismo y eso sin reconocer jamás su inmensa equivocación táctica, estratégica y ética y echando la culpa a los demás en sus miles de absurdas manifestaciones y cien mil ruedas de prensa.

Treinta años de un partido socialista que pacta con la derecha vascongada, después de negarlo en campaña, por el mero planteamiento del disfrute del poder sin programa alguno y sin defender ni sentir al país ni un segundo.

Treinta años después de que la derecha mal llamada vasca votara contra el Estatuto de Gernika y ahora se una al PSE para celebrar el 25 de octubre como su fiesta regional. Una derecha jaimita, sin aprender nada, ni olvidar nada y faltando al respeto al lehendakari Aguirre.

En resumen. Ciento quince años de un PNV eje de este país. Tan campante como Johnny Walker y, en Madrid, con el balón en el punto de penalti. Y siempre defendiendo a Euzkadi. Solo a Euzkadi y a todas sus gentes. ¿Quién da más?


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