La crisis toca fondo: ahora o nunca

La más reciente Encuesta de Población Activa resulta sencillamente estremecedora y deja fuera de juego cualquier argumento que no sea la ya dramática necesidad de una moción parlamentaria de censura que abriera paso al cambio de Gobierno y por tanto alguna pequeña ventana a la esperanza. Podemos escribirlo porque el papel aguanta fríamente todo lo que se ponga en él, pero esta última EPA es un auténtico alarido social, una enmienda a la totalidad de la clase política, por supuesto la que está, no se sabe haciendo qué, en el poder, pero también a la que, por indolencia que ya no puede disfrazarse de prudencia, permite que suceda lo que está sucediendo, esto es, que más de 600.000 hogares españoles carezcan ya totalmente de ingresos por cualquier de sus miembros, lo que quiere decir sin rodeos que se encuentran en la indigencia, dependientes de la caridad o en el mejor de las casos, inmersos en esa economía paralela de mera superviviencia que es la llamada “economía sumergida”.

Y mientras tanto, nuestros políticos muy divertidos en las Cortes y ahora a irse de vacaciones. Para darnos cabal idea de la velocidad con que profundiza la crisis en el caldo de cultivo de la inactividad de la clase política, esta cifra de hogares sumidos en la indigencia más que duplica la del segundo trimestre de 2008, entonces apenas 250.000 hogares en esa dramática situación. ¿Hasta dónde podemos caer por este terrible despeñadero de la ausencia de una gestión de política económica digna de tal nombre, por incapacidad del Gobierno y pasividad de la oposición?

A la hora presente no existe, sencillamente no existe en España, una política económica digna de tal nombre, mientras el Gobierno, y de manera especial su peculiar presidente, se dedican a curiosos experimentos sociales, incansables manipulaciones de propaganda y al final del final, a esperar a que escampe. Pero todo esto, con ser muy grave y poner de manifiesto que las elecciones generales anticipadas son ya una exigencia de salvación nacional, no elimina la responsabilidad de los partidos de la oposición y su rara incapacidad para concertarse todos ellos en un gran acuerdo de salvación nacional que, por la vía expeditiva de la moción de censura, permitiera un cambio político de fondo y la formación de un Gobierno de salvación de amplio espectro –con derechas, izquierdas y nacionalistas– capaz de formular una política económica digna de tal nombre y animar en torno a ella un amplio consenso social que hiciera viables resultados positivos a medio plazo y desde luego, de forma inmediata, la recuperación de la confianza nacional.

Para escribirlo con entera claridad ¿a qué espera todavía Mariano Rajoy, líder del que ya es en todas las encuestas muy destacado primer partido de España, para convocar públicamente a todos los demás partidos, incluidos desde luego los nacionalistas y las izquierdas, concertar con todos ellos un programa económico de salvación nacional y acordar, también con todos ellos, la moción de censura, que aún podría evitar el definitivo hundimiento de la economía española, y sobre todo de la calidad y nivel de vida de los españoles, en esta terrible espiral hacia el abismo? Si no lo hace pronto, el país le pasará factura. Por el contrario, si rompe con la estéril pasividad y toma la iniciativa, se abrirá el camino a la esperanza de recuperación de la economía española y por tanto de la calidad de vida de los españoles.