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El ateismo de Stephen Hawking

El ateismo de Stephen Hawking

jueves 16 de septiembre de 2010, 23:17h
Ludwig Feuerbach, padre intelectual del humanismo ateo o ateísmo antropológico, en 'La esencia del cristianismo', dice que no es Dios quien ha creado al hombre a su imagen, sino que es el hombre quien ha creado a Dios y que los gobernantes y los sacerdotes no son los que han inventado a los dioses -aunque los utilizan poniéndolos a su servicio cuando se trata de satisfacer sus propios intereses-, sino que a éstos los han inventado los hombres que verdaderamente sufren: Dios es el eco de nuestro grito de dolor. Feuerbach dice además que la humanidad primero pensó en Dios y luego comprendió que el conocimiento de Dios era un momento en el proceso de conocimiento del hombre por el hombre, es decir, un peldaño en el propio conocimiento del hombre.

Una buena parte de la comunidad científica se ha escandalizado ante el nuevo libro de Stephen Hawking, 'El Gran Diseño', incluso aun antes de que haya aparecido en las librerías, porque en él el astrofísico se ha atrevido a afirmar que el concepto de Dios no es necesario para explicar la creación del Universo y porque, en su opinión, las leyes de la física -y en concreto la ley de la gravedad- son suficientes para aclarar el origen del Cosmos.

De modo que, según esta teoría, por el efecto de la gravedad, el Universo se ha creado a sí mismo a partir de nada, planteamiento que no ha gustado en absoluto a quienes no aceptan que la física moderna excluya la posibilidad de que Dios haya creado el Universo y tampoco a quienes no están dispuestos a admitir que algo pueda surgir de la nada porque este camino está en contraposición al racionalismo cartesiano. Esta forma de creación espontánea que cree innecesario invocar a Dios para explicar el inicio de todo y de la que algunos disienten porque no admiten que la creación espontánea sea el motivo por el cual hay algo en lugar de nada, no solamente se suma a la teoría darwiniana que proponía el concepto de selección natural, sino que, además, hace añicos la teoría newtoniana que defendía la idea de que el Universo había sido creado por Dios porque no podía haber surgido del caos sólo por el concurso de las leyes de la naturaleza, sino que Dios tuvo que haber intervenido en su creación. Es decir, y explicado de forma mucho más sencilla, aunque el Universo había nacido del caos, no obstante, había sido creado por Dios.

Que Dios no fuese el creador del Universo, sino el Big Bang, y que el Cosmos se crease de la nada, a partir de las grandes leyes de la física, puede ser cierto, pero del mismo modo que puede ser un absurdo. Quizá la polémica no deba centrase en este aspecto, como tampoco deba excluir la existencia de Dios, sino que tal vez haya que entender que la solución de este problema no está únicamente en la ciencia, en la teología o en la filosofía, tres disciplinas que permiten observar el mundo desde particulares puntos de vista, y que lejos de ser excluyentes entre sí, es preciso que para llegar a un mayor entendimiento sean complementarias. Porque, posiblemente, lo más acertado sea entender que la ciencia no tiene la necesidad imperiosa de tomar posición con respecto al concepto de Dios, sino que en todo este asunto se trata de comprender que para percibir la realidad del Universo cada una de estas disciplinas debe tomar su camino.

Ahora bien, para proseguir con este dilema, habría que partir de dos cuestiones bien diferenciadas. En primer lugar, habría que recordar que los planteamientos propiamente físicos han sido un diálogo que habitualmente han estado reñidos con la religión (véase la noción de una Tierra plana en lugar de una Tierra esférica curvada o las ideas planteadas por Nicolás Copérnico, Giordano Bruno y Galileo Galilei) y, en segundo lugar, se precisaría redefinir el concepto de Dios, el de Dios como creador.

Aunque no se pueda ofrecer la certeza de la existencia o no-existencia de Dios, posiblemente el ser humano requiera de la necesidad racional que Dios ofrece para sobrevivir. La idea del Gran Hacedor es necesaria para entrever al hombre, sobre todo porque sin la idea de Dios resulta difícil vislumbrar por qué estamos aquí.

¿Cómo conciliar ciencia y religión? ¿Es posible que aquélla no excluya la presencia de Dios? En principio, se requiere que ambas posturas traten de aproximarse, pero haciéndolo con tolerancia, comprensión y entendimiento. No hay que ver sólo que ciencia y religión puedan ser entre sí compatibles o no o que puedan convivir o se excluya la una a la otra. No, porque la eterna polémica que se ha suscitado en torno al conocimiento científico y la fe religiosa como consecuencia de lo que podría denominarse el ateismo de Stephen Hawking se sabe que es irresoluble, como del mismo modo se sabe que nunca se va a disponer de los conocimientos requeridos para que de manera definitiva se resuelva dicho problema.

Quizá porque está claro que el hombre seguirá viviendo sin aclarar el enigma que desde que tiene conciencia planea sobre sus propios orígenes, resulte tierno recordar que Jorge Luis Borges, en 'El Hacedor', sabiéndose destinado a perderse por Buenos Aires, tuvo conciencia de que, no obstante, sólo un instante de él iba a sobrevivir.

Ubaldo de Casanova Todolí. Periodista y escritor.
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