Ganó el Milan, perdió el fútbol

La trampa futbolera y olé se ha encaramado al trono del fútbol europeo. Un equipo que empezó la temporada sancionado en su país con ocho puntos por las corruptelas con los árbitros, pongamos que hablo/escribo del Milan, ha ganado la Liga de Campeones, el título más importante y prestigioso –quizás a partir de este año lo sea menos- del planeta balompédico. Es más, por esta misma razón de las trampas con los árbitros, probadas y demostradas, estuvo a punto de no participar en la competición que acaba de apuntarse para sumar su séptimo título y acercarse a los nueve del Real Madrid.

La imagen de la Italia futbolística, tan desprestigiada por los apaños descubiertos a finales de la pasada campaña, y que salpicaron en grado máximo a la Juve –entrenada por Capello, que no debía enterarse de que muchos de los partidos que ganaba estaban arreglados, ¿…?-, desposeída de la Liga y descendida a la Serie B (Segunda División), no sólo se empañó entonces. Porque hace tan sólo dos meses los ‘tiffosi’ montaron una de las suyas con el resultado de un muerto y varios heridos graves e incluso la paralización de la Liga.

Sin embargo, la Selección ‘azzurra’ es campeona del Mundo, sin jugar nada bien ni dar espectáculo, y el Milan se acaba de hacer con el entorchado europeo de clubes. Además, de modo similar, racaneando, defendiendo, dejando el balón al contrario y con la aparición a su favor de Dios o la Virgen en cualquiera de sus invocaciones. Porque cuando más apretaba el Liverpool, que con personalidad y arriesgando, salió a por el partido desde inicio, llegó el gol de rebote y sin querer de Inzagui, que en definitiva fue decisivo para el título, porque su segundo –un golazo- fue neutralizado poco después por el de Kuyt.

En definitiva que, al margen de forofismos y nacionalismos, la afición pura y dura al balompié no puede estar ahora muy contenta. Para el deporte rey no fue bueno el título del Mundial conseguido por Italia y tampoco lo es que la Liga de Campeones de clubes se la lleve un club tramposo, del que es propietario Silvio Berlusconi, tan dado igualmente a los desafueros políticos, económicos y judiciales… toda una escuela de comportamiento. Tras la victoria 'azzurra' en el Mundial escribí una opinión titulada ‘Ganó Italia, perdió el fútbol’. Cambiando competición y equipo, es justo y necesario proclamarlo de nuevo, y nos atrevemos a decir/escribir: Ganó el Milan, perdió el fútbol. Amén.