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Sancho de Londoño y la derecha española

Sancho de Londoño y la derecha española

domingo 17 de octubre de 2010, 02:59h

El oficial de los Tercios de Flandes, Sancho de Londoño, a instancias del Duque de Alba, redactó en Amberes, ya enfermo, allá por el año de 1568, unas ordenanzas que reglaban el comportamiento de los ejércitos, la milicia y sus símbolos. Escuchando de fondo el griterío de parte de la derecha española ultrajando el silencio de los militares, cegados por el odio al Presidente del Gobierno, me vino a la cabeza, mirando la ausencia de parpadeo de nuestros militares en silencio, aquella frase del oficial en Holanda : “son españoles que aman más la honra que la vida y temen menos la muerte que la infamia”.

Porque de infamia y de ignorancia se trata cuando hablamos del griterío de la derecha mientras los miembros de las Fuerzas Armadas velaban a los muertos, mostrando, una vez más, la escasa formación militar de los españoles y la secular ausencia de educación de los conservadores. El largo idilio entre la derecha española y las Fuerzas Armadas parte fundamentalmente del hecho de que éstas fueron desde finales del siglo XIX utilizadas como choque contra la población civil y la dispersión de huelgas en las áreas industriales ; a diferencia de otras naciones, como Portugal, donde las Fuerzas Armadas son en cierta medida más afines a los sectores más progresistas de la sociedad. Acompaña ese falso idilio con el desprecio de parte de la izquierda por la Defensa Nacional y el papel de las Fuerzas Armadas, lo cual alimenta la derechización de los militares y la impunidad de la derecha.

Por cierto, yo soy oficial del Ejército del Aire en la Reserva y dirigente del partido socialista, ¿y?. Quizás por eso sepa que desde antiguo las relaciones con los militares son suficientemente singulares que deben reglarse de una forma especial. El reino visigodo se dotó, ya entonces, de ordenanzas que reglaban el comportamiento en el estamento militar : una parte del Liber iudiciorum establecía toda una serie de normas a este respecto. Alfonso X el Sabio y los Reyes Católicos, entre otros, sirvieron de antecedente a la magnífica obra del riojano Sancho de Londoño. Vinieron después las Ordenanzas de Felipe IV y las de Carlos III, hasta llegar a la Ley 85/1978 y, finalmente, al Real Decreto Ley 96/2009, de 6 de febrero, por el que se aprueban las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas.

Como el desconocimiento del respeto militar de estos energúmenos conservadores es palmario, como la ignorancia de la Ley y las Ordenanzas es descomunal, como la apropiación por su parte de los simbolos nacionales es simplemente una actitud instrumental, son capaces de vociferar como abencerrajes atravesando el silencio en honor a los muertos y los compases de La muerte no es el final. ¡Ay de aquellos, además, que argumentan en el derecho de expresión la impunidad de insultar a los muertos!, desconociendo el artículo 32 de las Ordenanzas, que habla de la necesidad de mantener la población civil y la militar una “relación cortés y deferente… evitando toda molestia innecesaria”. A esta derecha en nuestra agónica historia le debemos haber liderado nuestra sociedad durante decenios, y como resultado de todo ello haber alcanzado las mayores cotas de mediocridad intelectual durante los pasados siglos.

A estos histéricos de salón les mandaba yo a gritar pelando patatas en las cocinas de Afganistán, Yugoslavia o el Líbano. O a copiar cien veces la obra de Sancho de Londoño intitulada Discurso sobre la forma de redactar la disciplina militar a mejor y antiguo estado.

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