Se busca

    En una sociedad consciente de sus valores y de sus deberes, colaborar con las Fuerzas de Orden Público para ayudarlas a prevenir los delitos o para aportar indicios o pistas que permitan dar con los delincuentes fugitivos... es una obligación. Sin embargo, muchas veces se dice que “allá los agentes con su profesionalidad”, que para eso cobran, que lo de la Seguridad Ciudadana es cosa suya y que nadie se quiere meter en líos.

     Y, sin embargo, amigos, hay que colaborar hasta por egoísmo, por evitar los delitos o por llevar ante la Justicia a los malhechores que hoy mismo pueden repetir sus fechorías. La Policía Nacional ha hecho públicas en estos días las imágenes de los delincuentes más buscados, acusados de asesinato, torturas, tráfico de estupefacientes, pedofilia, robos, estafas o delitos de lesa humanidad. Es un cuadro de honor inverso de la existencia humana, en que no aparecen los premios Nobel o los santos, sino los rostros más torvos de un mundo imperfecto y en el que, desde la noche de los tiempos, coexistieron, a veces sin conocerse, el microscopio y el puñal, el amor y el odio, el pez y la serpiente, la dulce mano que acaricia y la terrible mano que asfixia.

    Se dice que una imagen vale más que mil palabras, lo que no es cierto. Pero aceptamos, en este caso de las fotos difundidas por la Policía, que se pueden ver en carteles, en internet, en publicaciones impresas, y que a la radio (que es la palabra) le queda la tarea de animar a la colaboración ciudadana, de pregonar que hay que perderle miedo al propio miedo. Porque no se trata de fomentar una sociedad de chivatos o de soplones o de delatores, sino de ser conscientes de que todos estamos implicados en la defensa de la legalidad, en poner en el lugar en que les corresponde a los enemigos de la sociedad. Aquí no hay, como en el Oeste americano, recompensas económicas bajo el rostro a cuyo pie figura la frase de 'Se busca'.

     Por favor, amigos,  cuando salgan a la calle en este fin de semana o en cualquier otro tiempo, échenle una ojeada a las fotos de los delincuentes más buscados y, si tropiezan con algo que pueda ser útil para detenerlos, no tengan miedo y llamen al 091. Quitémonos de la cabeza el viejo tópico de las dictaduras, como la cubana, en que cada persona es un policía para su vecino. Aquí vivimos en libertad, y la inmensa mayoría de los españoles caminan por la vida en una misma dirección.


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