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Un viernes ¿de pasión?

Un viernes ¿de pasión?

viernes 03 de diciembre de 2010, 10:42h

A José Luis Rodríguez Zapatero hay que reconocerle dotes para lo dramático. Ha colocado al país entero al borde del ataque de nervios con su inesperado anuncio de medidas “a favor de la pequeña y mediana empresa” –y más cosas, claro—que serán aprobadas en el Consejo de Ministros de este viernes. Medidas bien acogidas, en general, por las bolsas y por los analistas independientes, esa es la verdad. A continuación, va y anuncia, no menos sorpresivamente, que no irá a la ‘cumbre’ iberoamericana en Argentina, cuando ya los enviados especiales de los medios de comunicación habían salido hacia América Latina. Temblor en cenáculos y mentideros: ¿por qué tan abrupta cancelación, cuando ningún presidente ha faltado a esta cita, tan cara a la diplomacia patria, desde hace veinte años? El efecto balsámico del anuncio de las medidas quedaba automáticamente diluído: ¿tan grave es la cosa?

Comenzaron entonces las especulaciones, que hoy nos tienen en vilo: ¿habrá algún anuncio sorpresa? ¿algún Consejo Europeo extraordinario, para tratar del caso español? ¿Se está planteando ZP algún movimiento en lo personal? ¿Tiene algo que ver ese rostro ojeroso, esas vacilaciones a la hora de leer, el miércoles, las medidas, con otras decisiones aún insospechadas?

Gentes ha habido que han tenido oportunidad de hablar a fondo en las últimas horas con miembros del Gobierno y con relevantes dirigentes del PSOE, que aseguran no saber nada acerca de las intenciones del ‘jefe’, pero que se muestran lógicamente poco receptivos ante las especulaciones, sobre todo ante las más sensacionalistas: no pasa nada nuevo –que con lo viejo ya es bastante--, te dicen; simplemente, que, ante la que está cayendo en materia económica, Zapatero ha preferido quedarse en casa, comprobar el alcance de las medidas que va a aprobar este viernes el Consejo y atender a llamadas posibles o probables de eso que ha dado en llamarse ‘los mercados’ y que tengo para mí que son, más bien, los políticos que mandan en los tópicos países de nuestro entorno, y no tan del entorno.

Personalmente, como observador político, no puedo sino lamentar la decisión de no viajar a Mar del Plata, sede de la vigésima ‘cumbre’ iberoamericana, donde la no esperada ausencia de Zapatero va a tener consecuencias sobre el hasta ahora liderazgo español –compartido con Brasil—en la zona. Lamento también la creciente sensación de que el presidente del Gobierno de España está acorralado y que, a este paso, acabarán hasta culpándole –a él, para colmo hasta ahora afortunado ministro del Deporte- de que España y Portugal no hayan resultado agraciadas con la concesión de la ‘sede ibérica’ del campeonato mundial de fútbol: a perro flaco,
todo son pulgas. O le harán responsable de las huelgas previstas para esta Navidad por algunos de los sectores más privilegiados de la sociedad, empeñados en machacarnos las fiestas, que era el consuelo que nos quedaba...

Y no, ZP no es el culpable de todo eso, ni de muchas otras desgracias, pero ya da igual: está tocado por el dedo de la maldición. Veo, en fin, a Zapatero, el hombre que llegó al poder en 2004 pletórico de fuerza y de ilusiones, metido en su propio laberinto de buenas intenciones y escasas realizaciones; veo al optimista inveterado ahogándose en lo que dicen que él llama una racha de mala suerte; veo al líder-seguro-de-sí-mismo experimentando el resquebrajamiento de la montaña en la que se aloja. Puede que, al final, en este viernes de pasión, más valiese que dé un paso al frente de una vez y se libre de su personal calvario buscando soluciones de futuro distintas y distantes a él mismo. Quién sabe: cuando el nacional-pesimismo se extiende hasta el futbol, cuando el ‘pan y circo’ se quiebra, ocurre que los conejos huyen de las chisteras, incluso cuando el mago fuera –que no lo es—un genio.

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