Todo empezó con una de tantas reuniones institucionales que se celebran habitualmente. En esa ocasión la convocatoria oficial reunía al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, al Rey Juan Carlos y al catedrático de Matemáticas de la complutense, Santiago Carrillo junior. El alcalde quiso hacerle una broma al monarca y haciéndole un guiño le dijo: “Majestad, éste es Santiago Carrillo”. A lo que el rey también con chanza, al saludarle contestó: “Qué va a ser éste Santiago Carrillo. A Carrillo le conozco bien”. “Pues este es su hijo”, remató Ruiz-Gallardón, en medio de las risas de todos.
El rey, hablando ya directamente con Carrillo junior, le dijo:"Hace mucho que tu padre no me visita, dile que venga a verme”. Transmitida la petición al padre, que a sus 95 años goza de un buen aunque delicado estado de salud, se tramitó la audiencia que, como siempre entre ambos, discurrió entre bromas y chanzas, así como con recuerdos de los viejos tiempos.
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En un momento dado, el Rey Juan Carlos, algo más serio ya, le dijo a Carrillo: “Oye, ¿qué le podría yo aconsejar a mi hijo para que la gente le quiera, para que no tenga problemas para reinar”. Carrillo, un tanto sorprendido, le contestó: “Hombre, ya sabe el respeto que yo le tengo a usted, pero no soy monárquico y no creo que pueda aconsejar nada a un rey para que reine”. "Si, ya lo sé", respondió el monarca, "pero insisto, ¿qué le aconsejarías?".
Tanto insistió el rey, que Carrillo al final le contestó que Felipe de Borbón debería ampliar sus relaciones a sectores más amplios, ligar más lazos personales con personajes de todos los niveles sociales e ideológicos, algo más o menos como lo que ha hecho el propio Rey durante todos estos años.
"Exactamente, eso es lo que le digo yo siempre a Felipe", concluyó terminante el Rey. La anécdota, desde luego, es preciosa.
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