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El bandoneón de los emigrantes

El bandoneón de los emigrantes

miércoles 05 de enero de 2011, 07:24h

Los tangos más antiguos también tuvieron su letra. Era un texto improvisado que tenía un carácter secundario pues en aquel momento el tango era básicamente una danza. Los clientes de las academias y peringundines inventaban sus letritas, casi siempre obscenas, que no eran nada apropiadas para su interpretación en locales públicos. Porque como bien dice Gobello para que toda esta sub-literatura pueda asomarse al varieté debe tener una presentación decorosa. Para ello el tango echó mano de la forma literaria del cuplé.

 Las letras de Villoldo tienen una clara estructura cupletística y también una notable similitud en la temática. Se inspiran en la chulería madrileña que no es ni más ni menos que algo tan rioplatense como sacar pecho o hacer pinta. Así es que Pastora Imperio cantaba Yo soy la flor y nata de los Madriles… y Lola Candales canta Yo soy la Morocha, la más agraciada.

 Si antes cuando el tango era sólo danza el sentimiento iba dentro de la coreografía, ahora hay un interés por meterse dentro de un texto literario que cuenta una historia. Para el poeta Cátulo Castillo hay una fácil explicación que se basa en razones musicales. El tango de las orquestas de principios de siglo estaba interpretado por instrumentos ágiles; los violines, flautas, arpas y guitarras.

 Aquel tango era muy vivo pero cuando entra en el tango el bandoneón ---y  tocan algunos músicos de conservatorio--- los tangos van más despacito, más lentos y hay un hueco para el cantor. El antropólogo Daniel Vidart sostiene que el proceso fue distinto y que la música se hizo más lenta para poder escuchar la palabra. Para Vidart fue el instrumento el que tuvo que adaptarse a la voz humana, de esta forma el tango-canción pudo convertirse en vehículo de expresión del pueblo rioplatense.

 Yo pienso como gallego emigrante que el cambio sucedió porque los tiempos eran otros. Antes en las primitivas orquestas tocaban solamente los nativos –casi siempre negros o mulatos—y ahora los que tocan son hijos de A Coruña, Génova y Nápoles. La mejor prueba de los nuevos tiempos está documentada por medio de el bandoneón que entra en el tango por la fuerza emigrante. Es aquella marea humana del norte la que modifica la composición demográfica de Argentina y de Uruguay. Con el aporte de una población mayoritariamente europea no cabe la posibilidad de que el tango quede anclado como pieza de museo. Es al contrario, se enriquece con la sangre nueva de los recién llegados que lo van modelando a su gusto.

Manuel Suárez Suárez
 En aquella esquina rioplatense

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