Calvos con poder

Alguien escribió no hace mucho que Rubalcaba estaba inhabilitado para ser candidato en las próximas elecciones por ser un tipo demasiado inteligente y, para colmo de males, porque es calvo. Los periodistas que tenemos días poco imaginativos vimos ahí un posible reportaje. Así que este fin de semana un suplemento semanal publicó un trabajo que tituló ‘Calvicie y poder’, en el que nos recordaba que sólo ha habido un jefe de Gobierno sin pelo y no fue elegido en las urnas. Los electores les prefieren con pelo.

En este diario digital hemos decidido seguir con la cuestión. Bien es verdad que demostrando que en Castilla y León esa teoría no se cumple. En esta región la alopecia es bella, la alopecia es votable. La calva en esta Comunidad es un símbolo de poder.

Lejos nos quedan aquellos tiempos en que era vox populi que nuestros políticos eran asiduos al tinte (hoy en el gobierno regional alguno existe) y aunque los hay con frondosas melenas, la mayoría lucen relucientes calvas que suelen llevar con mucha dignidad.

Porque lo que se dice mucho pelo no tiene nuestra primera autoridad regional, el presidente Juan Vicente Herrera. Diríamos que a medida que pasan los años -es ley de vida- va a muchísimo menos. Calvo podemos decir que también lo es el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva.  Seguro que no le importa demasiado. Lo mismo que al presidente de la Diputación, Ramiro Ruiz Medrano, al que sin duda adornarán otras virtudes.

Poco pelo tiene el presidente de la Diputación de Palencia, Enrique Martín, y el alcalde de esa ciudad, Heliodoro Gallego. Como tampoco luce una gran cabellera el alcalde Ávila, Miguel Ángel García Nieto, ni el presidente de la Diputación, Agustín González... Los hay que saben sacar partido a la calvicie, según  especialistas en imagen. No es el caso que nos ocupa, que son más bien calvos sin gracia alguna.
Los castellanoleoneses debemos ser raros en esta materia, la de votar calvos. Ya que en otros lugares los estudios demuestran que la mayoría de los encuestados se decantan claramente por los candidatos con pelo. Pensemos que eso demuestra que son más superficiales que nosotros y que se rinden a la tiranía de la imagen y no a la competencia de la persona.