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La otra cara del XXX aniversario del 23-F

La otra cara del XXX aniversario del 23-F

miércoles 23 de febrero de 2011, 18:39h

Los periodistas que vivieron el golpe tuvieron su reconocimiento

Pero la ‘fiesta’ del 30º aniversario del 23-F no tuvo exclusivamente como protagonistas a los parlamentarios que ocupaban un escaño en el hemiciclo en aquella fecha. El presidente del Congreso, José Bono, tuvo el detalle de recordar en su discurso el papel jugado por la prensa, con mención especial a algunos de ellos, como José María García, el entonces periodista deportivo ‘estrella’ de la Cadena Ser, y su compañero Rafael Luis Díaz, que retrasmitió con voz entrecortada la entrada de Tejero a tiros; así como el fotógrafo Manuel Barriopedro, autor de las famosas fotos del golpe; o el realizador de Televisión Española que mantuvo encendida la cámara para inmortalizar todo lo acontecido durante el fallido golpe de Estado. A todos les encantó esa mención especial de Bono.

Pero por los pasillos también pudo verse a otros veteranos periodistas que no quisieron perderse la efeméride, como Víctor Márquez Reviriego, Mercedes Jansa, Nativel Preciados, Rosa Villacastín, María Antonia Iglesias, Fernando Jáuregui….y otros muchos, algunos de los cuales recordaron con cariño a Susana Olmo, recientemente fallecida y una de las profesionales que estaba en la tribuna de prensa aquel 23-F.



Blas Piñar, la ausencia más notable

“¿Ha venido Blas Piñar?”, era una de las preguntas que más se escuchó por los pasillos del Congreso por el que durante toda la tarde se sucedieron emotivas escenas de reencuentro en ‘viejos camaradas’. Pero el anciano dirigente de la formación ultraderechista Fuerza Nueva - de 93 años-, que en la Primera Legislatura logró un escaño y se integró en el grupo Mixto, no acudió a la llamada de Bono para conmemorar aquel 23-F de 1981. A nadie le extrañó, claro, dadas su ideas políticas contrarias a la Constitución de 1978.

Pero si acudieron numeroso parlamentarios que sufrieron el secuestro de Tejero y sus secuaces. Entre ellos los socialistas Carlos Solchaga; Anna Balletbó - que el día de la asonada estaba embarazada de gemelos y fue ‘liberada' por los asaltantes-; Virgilio Zapatero; Ciriaco de Vicente; Ángel Díaz Sol; Cándido Méndez y Nicolás Redondo - entonces diputados del PSOE- ; así como Joaquím Molins, ex portavoz de CiU, o los entonces ‘centristas’ Javier Moscoso y Rodolfo  Martín Villa, …y una larga lista de ex diputados que no dejaron de rememorar sus ‘batallitas' mientras tomaban un café con pastas en el Salón de los Pasos Perdidos.


103 diputados fallecidos, hoy presentes

 
De los 350 diputados que había –y hay- en el Congreso, 103 han fallecido ya. Las cifras las ha revelado el presidente Bono, recordándolos en bloque en su discurso, salvo al secretario de la Mesa Víctor Carrascal, que le nombró explícitamente. Quedan, por tanto, 247 con vida, pero al acto de este miércoles sólo han acudido 144, que se mezclaron en los escaños con algunos de los actuales parlamentarios.

Nicolás Redondo (padre) estaba solo en una esquina, lo cual resulta curioso –recordemos que Redondo dejó su escaño cuando el ‘pensionazo’ de González-. Otro antiguo diputado socialista, Salvador Clotas, se sentó al lado de Alfonso Guerra. Lógico, Clotas es -¿fue?- uno de los más afamados guerristas del Partit del Socialistas Catalans. No pararon de hablar durante todo el acto.


El 23-F y la mili de Rajoy


Fue al término del acto, tras los discursos –de Landelino y de Bono- y tras las pastas en el Salón de los Pasos Perdidos. Rajoy, a la salida, se sincero con un grupo de periodistas que le preguntamos que qué hacía ´`el 23-F. La respuesta, la verdad, ya es conocida, pero deja de tener su gracia.

En fin, que resulta que el ‘recluta Rajoy’ hizo la mili limpiando –sic- la Capitanía General de Valencia, donde mandaba precisamente el golpista Jaime Milans del Bosch. Estaba en el ‘pelotón de limipieza’, y así se tiró un año, subiendo y bajando escaleras con la fregona en la mano. Claro, que Rajoy se licenció a finales de 1980, y por lo tanto en febrero de 1981 no estaba ya adecentando el piso sobre el que pisaba Miláns. Pero lustre ya le dio con anterioridad.

‘¿Qué hubiera pasado si te coge allí el 23-F?’, se le preguntó. “Uf, mejor que no”. Mejor, mejor, sin duda. Porque a Rajoy el intento de golpe de Estado le pilló cortándose el pelo en una peluquería de Pontevedra. Ahora bien, mucho pelo no debía de tener, ya que en la mili, todos rapados, y sólo unos después no son para tener melena. 


Zapatero, Herrero y Lavilla no aplaudieron a Suárez


Fue ampliamente comentado el gesto de Zapatero, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Landelino Lavilla de hacer huelga de palmas caídas cuando el presidente del Congreso, José Bono, pidió en su discurso que aplaudieran a Adolfo Suárez, quien por razones obvias no pudo estar en este 30 aniversario del 23-F. La anécdota tiene su miga, como van a ver.

En un momento de su discurso, Bono elogió el gesto de los Jefes de los Estados Mayores de las Fuerzas Armadas, presentes en la parte central de la tribuna de invitados, junto a mandos de la Guardia Civil. Cuando Bono hizo mención a Suárez, todos ellos le aplaudieron, y el presidente de la Cámara reconoció luego ese gesto, habida cuenta que Suárez fue vilipendiado en su día por los prebostes del Ejército.

Así las cosas, Bono pidió un aplauso para ese gesto de los representantes de las Fuerzas Armadas presentes en el acto, y otro aplauso para Suárez. Todos aplaudieron. ¿Todo? Bueno, todos no. No aplaudieron, que nosotros pudiéramos ver, ni Herrero de Miñón, que entonces dirigía el Grupo Centrista y que no se llevaba nada bien con Suárez, ni Zapatero ni Landelino Lavilla. Estos dos últimos se dedicaron a cuchichear entre sí. Lo de Herrero es explicable; lo de Lavilla, también. Pero, ¿y lo de Zapatero? No debieron enterarse.



Las confidencias entre Zapatero y Rajoy

Se pasaron, jefe de Gobierno y de la oposición, una buena parte del discurso de Bono intercambiando ‘¿maldades?’. Porque, vérseles, se les vio muy amigables, una escena insólita entre Zapatero y Rajoy.  Estaban colocados en el hemicíclo de la siguiente forma: Rajoy, en la esquina, seguido de Bono, Zapatero y Landelino Lavilla. Cuando Bono se levantó para leer su discurso desde la tribuna, su escaño quedó vacío –como si se hubieran separado las aguas del Mar Rojo, para entendernos- y Rajoy Zapatero se inclinaron uno cerca del otro para cuchichear mientras hablaba el presidente del Congreso. ¿Qué se dijeron? Ninguno quiso revelarlo con detalles al final del acto, sobre todo porque Zapatero se fue rápidametne. Pero Rajoy reconoció a este diario e-Xclusivo que fue sobre cosas divertidas, nada trascendentes, pero sí ‘amigables’. Nada que ver, desde luego, con las sesiones de control al Gobierno de los miércoles, pero que denota una cierta falta de respeto hacia el ‘hablante’, en este caso, Bono.


Felipe, entre el despacho y la playa

Muy comentado fue el buen aspecto y excelente bronceado del ex presidente del Gobierno, Felipe González, que resaltaba entre el resto de los comensales al almuerzo con el Rey y Bono, más pálidos, claro está, que él. Nosotros le preguntamos por ese ‘buen color’, y su respuesta fue: “¡Claro!, si me paso la mitad de la semana en el despacho y otra mitad en Cádiz… ¡Cómo no voy a tener este buen color!”. Efectivamente, González tiene casa en Cádiz y, desde luego, la aprovecha bien. A eso se le llama una buena vida.


Los reales comentarios: "Nos hemos divertido mucho"

De lo que ha trascendido del almuerzo privado con el Rey para conmemorar el 30 aniversario del golpe del 23-F se sabe que Don Juan Carlos desplegó su más fino humor y fue, claro, el gran protagonista. Ya a la llegada al Congreso, el Rey respondió a alguna pregunta de los periodistas que le esperaban en el patio de la Cámara: ‘¿Se sabe todo el 23-F?’, le preguntaron, ante la desesperación de Protocolo y de su servicio de seguridad, que vieron cómo se rompía el cordón. “Se sabe toda la verdad”, respondió el monarca.

Luego, a la salida del almuerzo y tras la foto de familia en las escalinatas de la puerta de los leones –hasta la que llegó Manuel Fraga en silla de ruedas-, el Rey también respondió a alguna pregunta que esos mismos informadores le formularon sobre el almuerzo: “Nos hemos divertido mucho intercalando recuerdos del pasado, hablando de España y de su futuro”. Sobre ese ‘futuro’ se le repreguntó, y dijo que lo ve “muy bien”.

Otro periodista le preguntó que si para otros treinta años –treinta nuevos años de reinado, se supone-. El Rey volvió a hacer gala de su excelente humor: “Yo ya no lo veré, seguramente”, dijo entre risas.

Efectivamente, asistentes al almuerzo comentaron a diario e-Xclusivo que el Rey desplegó durante el acto todo su buen humor, contando divertidas anécdotas, pero que no se abordó el tema central: el intento de golpe de Estado. Es decir, que no hubo grandes revelaciones sobre la intentona golpista del 23-F. Por lo que se ve, todo se ha publicado ya.

Como anécdota, al entrar en su coche oficial, Don Juan Carlos medio tropezó, dando un pequeño susto a sus escoltas.




Un ‘real almuerzo’ muy variado


Fue un menú a base de ensalada de verduras, perdiz escabechada y lomo de lubina al horno, y de postre fruta preparada con zumo de naranja y sorbete de albaricoque. Un menú muy del agrado real, según asistentes al almuerzo privado. El escenario fue el Comedor de Gala del Congreso, reservado para eventos muy especiales. Allí estaban, además del Rey, claro, y Bono, que era el anfitrión, Zapatero, Felipe González, Landelino Lavilla y los portavoces de los grupos parlamentarios de entonces, Miquel Roca, Manuel Fraga, Santiago Carrillo y Alejandro Rojas Marcos. No asistió finalmente el peneuvista Marcos Vizcaya, cuya presencia había sido anunciada.





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