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Marcha atrás

Marcha atrás

lunes 07 de marzo de 2011, 18:09h
Que los vehículos con el motor en marcha durante mas tiempo para recorrer los mismos trayectos consuman menos y sean laboralmente más rentables que cuando marchan un poco  más rápidos, es una de tantas memeces provocadas por las ocurrencias de un gobierno agobiado por sus desaciertos al que han venido a sumarse los conflictos del mundo árabe-gasista-petrolero. El terror al desabastecimiento con una reserva estratégica insuficiente y a la inflación derivada del alza desbocada de lo precios, explica, hasta cierto grado, los dislates del momento. Pero lo que no debe olvidarse es la añeja responsabilidad de la izquierda en la exagerada dependencia energética que mina nuestra industrialización y su competitividad. Lo que está aflorando no es solo consecuencia de unos arabescos imprevisibles sino de un error ideológico contumaz mantenido a través de los tiempos.
 
España, en su día, atendía a sus necesidades con una razonable actividad en obras hidráulicas, minería térmica y energía nuclear. Era una nación avanzada en instalaciones generadoras de energía y en personal especializado en las técnicas y ciencias adecuadas, lo que explica que pudiésemos desarrollar una potencia industrial e iluminarnos brillantemente, como parecen lamentar los ministros Rubalcaba y Sebastián, nuevos amantes de “a media luz los dos”. La izquierda se encargó de intoxicar a la opinión pública al grito de: “nucleares no, gracias”. Aún hoy siguen discutiendo si cierran o prorrogan centrales existentes y, por descontado, carecen de planes de construir ninguna como están haciendo todos los países avanzados o que pretenden llegar a serlo. En cambio, la izquierda ha mitificado sistemas que suponen alternativos, de producción cara e intermitente, subvencionados con los impuestos de los españoles, además de con el recibo de la luz, y ha incrementado la compra de energía nuclear extranjera creando otra nueva dependencia. Parques fotovoltaicos ruinosos y molinos antiestéticos han consumido recursos aplicables a la creación e investigación de grandes fuentes de energía continua. Hoy vemos cómo esas energías alternativas son como  la medicina alternativa: sustitución de antibióticos por homeopatía.
 
Como es bien sabido, el planeamiento y construcción de centrales eléctricas de gran producción no es cosa de un día ni de un gobierno. Es de aquellos asuntos vitales que exigen un plan energético de Estado que necesita los consensos a los que la izquierda ha renunciado. Una central de cualquier ciclo no dependiente del gasto del petróleo, exige estudios físicos, hidráulicos y mineralógicos e inversiones a largo plazo que no se necesitan para montar un panel solar o un molino de viento. Se ha distraído al público con las teorías del bajo consumo que no es sino bajo nivel de vida y con el debate sobre las ocurrencias del día. Pero la realidad de impone. El motor izquierdista no solo reduce la velocidad en las carreteras sino que impone la marcha atrás de nuestro progreso.
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