Afinando mecanismos

Luego del tsunami en Indonesia, Fernando Savater aseguró que nos encontrábamos frente a una muestra inapelable de que la naturaleza no está domesticada ni subordinada al hombre, aunque la tradición cristiana o el racionalismo de Occidente hayan establecido aquello prácticamente como dogma. La conclusión del filósofo era que el ser humano, frente a la capacidad destructiva de la naturaleza, es, por supuesto, ínfimo. Esto, que es cierto, no excluye, sin embargo, que la correcta intervención humana propicie condiciones que permitan atenuar los daños y la destrucción; o, cuando dicha intervención es inadecuada, que estos se vean intensificados. Así ocurrió con el huracán Katrina: no fue, como se piensa extendidamente, el huracán en sí lo que ocasionó la tragedia en toda su magnitud, sino la ruptura de los mal construidos diques que contenían los ríos y esteros que rodean Nueva Orleáns (ciudad que, entre otras cosas, se encuentra por debajo del nivel del mar), y luego, sobre todo, la desidia e intolerable ineptitud del gobierno de Bush hijo, que se apareció con medicinas y comida ¡cinco días después! (sobre este caso existe un estupendo documental de Spike Lee titulado, precisamente, “Cuando los diques se rompen”). Los japoneses, golpeados ayer por un fortísimo terremoto -con sus réplicas- y un posterior tsunami-, poseen mecanismos de prevención y recuperación infraestructural admirables. Aun así han pedido ayuda internacional. La alerta de posible tsunami en la costa del Pacífico latinoamericano, como efecto colateral de lo ocurrido en Asia, le ha dado la oportunidad a Ecuador de evaluar sus propios mecanismos para lidiar con un escenario de catástrofe, en el marco de una política de prevención  que ha empezado a afinarse con especial énfasis durante este Gobierno. La alerta -y con esto no nos referimos al tremendismo folclórico de algunos medios, sino simplemente a estar atentos- puede menguar en la sociedad civil, pero nunca en las instancias responsables de la prevención y control de ese lado “insumiso” de la naturaleza.