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Terremoto y tsunami en Japón

martes 15 de marzo de 2011, 13:22h
    Quiero unirme al dolor del pueblo Japonés, al verse sorprendido a las 5 de la madrugada del viernes 11 de Marzo de 2011, por un Desastre Natural.     Acabo de llamar a la Sra. Masako Ishibaschi, Vicepresidenta del Club Internacional de Prensa de Madrid, para asociarme con su dolor y confirmar el nombre del embajador del Japón, que hace dos meses participó en un desayuno de trabajo en dicho Club, y a pesar de su reciente incorporación, hablaba el español correctamente y conocía la situación política internacional y española, con una claridad y objetividad extraordinaria. Deseo también ofrecerle mi cooperación en estos dolorosos momentos para su pueblo, que a pesar de su buena organización antisísmica, ha sido muy duramente golpeado y tardará en su recuperación ante tanta destrucción producida. Necesitará una ayuda económica importante para su reconstrucción.     He contemplado por televisión, al igual que millones de personas de los cinco continentes del Planeta Tierra, el dantesco efecto de los Desastres Naturales que han azotado Japón con Terremotos y Tsunamis. Un espectáculo aterrador que me hubiera gustado no haber visto en la pequeña pantalla, por no haber ocurrido. Oficialmente ya llevan 1.600 muertos, 1.419 heridos, más de 10.000 desaparecidos y más de 200.000 evacuados de la “Zona cero”.     Además, los accidentes nucleares de las centrales Fukushima Tokay y Onagawa ha desatado el pánico atómico. Recuerdan los japoneses a Chernóbil (1986) y las dos bombas de Hiroshima y Nagasaki (Agosto 1945). Este temor psicológico y real puede contribuir a acelerar la crisis política iniciada por la dimisión del Ministro de Asuntos Exteriores. Al mundo desarrollado, le plantean la necesidad de continuar con la producción de la energía nuclear pero con mayor seguridad.     La noticia de que los efectos del maremoto en su recorrido por el Pacifico ha perdido fuerza y capacidad destructora, en Indonesia y en la costa de todo el continente americano es positiva, al igual que la información de la eficaz alarma preventiva, por haber limitado los daños, que se temía fueran mayores. Por el contrario, que sean reales nuevas replicas en los próximos días anuncian más sufrimientos a un admirable pueblo –tercero en el mundo–  capaz de superar la situación en que quedó después de la Segunda Guerra Mundial.     Nuestro planeta acaba de realizar una demostración de su extraordinario poder, que convierte en unos segundos a millones de seres humanos en personas atemorizadas, alocadas, que en situaciones límite tratan de llegar a sus casas sin conseguirlo, o bien abandonarlas ante el peligro de derrumbe, y caminan por las calles desorientados, tratando de salvar sus vidas y las de sus familiares, dando muestras de su gran vulnerabilidad.     Parece esta situación una alegoría de que al Planeta Tierra no le agrada observar que en nuestras relaciones interhumanas, de todas clases, le hayamos excluido y no se hable nada de la Naturaleza. Que el hombre se siga creyendo el Rey de la Creación y vivamos solamente centrados en nuestros conflictos políticos que resolvemos en actuaciones casi bélicas, utilizando toda clase de armas que nuestra inteligencia y la tecnología actual han permitido fabricar para matarnos unos a otros con mayor eficacia y seguridad, en limitados y reducidos escenarios de tensión, como pueden ser Afganistán o Libia.     Y que en los ratos de ocio, tampoco contemplemos debidamente el maravilloso y gratuito espectáculo diario que nos ofrecen el orto y el ocaso. Tenemos siempre mucha prisa y nos distraemos bailando en Carnaval y viendo partidos de fútbol un día sí y otro también.     Ante esta situación acaba de hacerse presente el Planeta con Terremotos y Tsunamis. Los del día 11 de Marzo en Japón, con una graduación de 8,9 en la escala de Richter, han sido los más fuertes de los sufridos en los últimos 140 años.     Es de esperar que ante la convulsión mundial causada por esta catástrofe, extendida a tres continentes, Naciones Unidas preste más atención a los Desastres Naturales y a la necesidad urgente de una mejor organización que la existente por mostrar sus múltiples deficiencias ante los ocurridos en los últimos 30 años, caracterizados por la sorpresa, el desorden, la improvisación, la falta de control de la ayuda recibida, el pillaje y la lenta recuperación. Al final siempre se tiene que movilizar al Ejército, que aunque no está específicamente entrenado, no son Cascos Verdes, cumplen un gran papel.     Los que clamamos por dar más prioridad a paliar los daños que causan los Desastres, que no son hipotéticos sino reales, en relación a la atención y recursos prestados al Medio Ambiente y al Cambio Climático, no hemos sido escuchados por Naciones Unidas. Pero ante esta realidad tan dramática espero que cambie la situación. Que la Asamblea General, proclame pronto con la Cooperación Internacional de los 192 Estados de la ONU, la “Declaración Universal de la Conducta Humana ante el Planeta Tierra”, cuyo Anteproyecto he redactado para estimular su proclamación.     Naciones Unidas está organizada  para la gobernanza global de toda la Humanidad, lo que lleva a cabo con notorio éxito si lo comparamos a los siglos anteriores cuando no existían los catorce Organismos especializados que tratan de regular: la salud mundial (OMS); los vuelos aéreos (OACI); la cultura (UNESCO), la Organización Meteorológica Mundial (OMM o WMO), etc.     Crear el Organismo Especializado sobre la Ecología análogo a la Fuerza de Emergencia de Naciones Unidas (FENU) que dirige las actuaciones de los Cascos Azules, y también constituir los Cascos Verdes, para que se ocupen de salvar más vidas y paliar mejor los dañinos efectos causados por los Desastres Naturales en las personas y en las infraestructuras. Ambos son militares, que precisan de una adecuada formación, de un semestre aproximadamente, para actuar con eficacia en estas nuevas especialidades. Siempre bajo la dirección de Naciones Unidas.     En definitiva, se trata de que cuando ocurre un Desastre Natural, se produce una crisis y hay que organizar un “Gabinete de Crisis” y movilizar al Ejército en los Estados afectados. Pero que se utilicen a los militares entrenado como Cascos Verdes y con el aspecto legal de intervención que confieren Naciones Unidas. La existencia de ambos Cuerpos más preparados en sus respectivas especialidades, será muy provechosa para la Humanidad actual.     Tras esta catástrofe, demostraremos a la Humanidad, que no sólo nos preocupamos de la Naturaleza en los cataclismos, sino que también Naciones Unidas presta atención para que cada vez estemos más preparados ante los Desastres Naturales. *Fernando De Salas López, ecólogo y periodista - Lea también:  La radiactividad se dispara tras explotar dos reactores más
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