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Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas árabes I

Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas árabes I

martes 15 de marzo de 2011, 14:06h
En mis años de corresponsal en el mundo árabe he oído con frecuencia decir a gobernantes y  políticos que la mejor forma de solucionar un problema era crear una comisión para estudiarlo. Las comisiones no suelen tener fecha de caducidad como los productos envasados, pero el impulso de las revoluciones o de las manifestaciones sí. Salvo en el caso de Libia y  Yemen, todas las potenciales transiciones árabes están ya en manos de comisiones. En otros países la transición aún no ha sido contemplada  aunque parece inevitable. Con la excepción de Túnez y Egipto, donde sus presidentes se vieron obligados “en caliente” a dejar el poder, puede que ninguna otra transición sea ya tan expeditiva. El clan Gaddafi en Libia parece tener los días contados después del rápido apoyo encontrado por los rebeldes, de cuyas intenciones aún sabemos poco. Estados Unidos y Europa han reconocido al Consejo Nacional de Transición como interlocutor válido y las personalidades que lo integran, que han declarado que se consideran provisionales hasta que puedan organizar unas elecciones libres y aprobar una constitución para  Libia, proporcionan por si mismas una cierta caución al Consejo, que presiden un antiguo ministro de Justicia, y un abogado especializado en la defensa de los derechos humanos. No obstante nadie puede predecir cómo se comportará una ciudadanía que solo ha conocido el invento de Gaddafi, la Jamahiriya, un sistema en realidad más complicado que cualquier otro conocido, a mitad de camino entre el monolítico partido marxista y el populismo, y que en los últimos 25 años ha desestructurado cualquier organización política racional de la sociedad que ahora será difícil de reconstruir en los plazos que exige la situación del país. La OTAN ha movido a parte de su potencial naval en el Mediterráneo hacia las costas libias, y los gobiernos europeos divididos como siempre, han multiplicado las declaraciones de solidaridad. Pero tendrán que pasar pronto de las palabras a los hechos y ejercer fuertes presiones para que los Gaddafis abandonen el poder porque no existen ejemplos de que unas manifestaciones o una revuelta popular hayan derribado a un poder que conserve intacto todo su poderío militar y represivo y tenga la voluntad de utilizarlo. También parece inevitable la caída del presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, quien después de 33 años en el poder cree poder sustraerse a su destino prometiendo no presentarse para un nuevo mandato presidencial. Hasta 1990 Yemen estuvo divido en dos países: el sur marxista y a partes iguales pro-chino como el Presidente Salem Robaye Ali y pro-soviético como el Secretario General del entonces partido único, Abdelfattah Ismail, y el Norte bajo la influencia de Arabia Saudí. En los escenarios futuros posibles no puede descartarse que el sur intente la secesión. El sur es ya centro de inestabilidad y santuario de Al Qaeda en una zona de extraordinaria importancia estratégica para la navegación, para los estados petroleros del Golfo, y para toda la zona subsahariana de África. Otros artículos de este autor: El rey de Marruecos anuncia reformas constitucionales El enorme excedente financiero árabe, un posible instrumento de desarrollo Mundo árabe: transiciones inevitables, pero no garantizadas * Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa.
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