Reciprocidad

Parece que el gobierno de ZP a través de su titular de Exteriores, Trinidad Jiménez, se apunta a la oleada de reconocimientos diplomáticos del inexistente Estado palestino, no tanto para legitimar ese Estado virtual, como para deslegitimar el Estado real de Israel. Basta ver la comparsa de los reconocedores para comprender que todos ellos siguen la batuta de Irán, que aspira a dominar la zona desviando la atención hacia el conflicto árabe-israelí. Ignoro si el canciller Lieberman tiene preparada la respuesta a lo que constituye una agresión diplomática. Su desafío recíproco sería reconocer, por ejemplo, al Estado catalán, que ya existió y aspira a renacer, al Reino de Navarra, eventualmente convertido en República de Euskadi, al califato de Córdoba y a otros estados en ciernes con más historia y derechos que el palestino, inventado por la KGB tras la derrota árabe en la guerra de los seis días. Ion Pacepa, jefe de los servicios secretos de Ceaucescu, a quien conocí en Bucarest, conoce bien el invento, pues transportaba maletas llenas de divisas para que Arafat convirtiese la OLP en un Estado árabe. La paradoja consiste en que los árabes han librado múltiples guerras porque no aceptaron la solución de los dos Estados, aprobaba por Sociedad de Naciones y asumida por la ONU, y ahora Abu Abas mendiga su reconocimiento. ¡Cosas veredes, Nicomedes!