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Tiempo para la necesaria evasión

Tiempo para la necesaria evasión

miércoles 20 de abril de 2011, 00:00h
Cuando oigo todas las mañanas las tertulias de las diferentes emisoras de radio no me queda más remedio que pensar si, bien yo, bien los tertulianos, vivimos en mudos distintos. Me explico. Todos hablan y analizan las diferencias entre el Supremo y el Constitucional ante la legalización de esos partidos tan raros que se están inventando en el País Vasco para permitir que los amigos de ETA acudan a las próximas elecciones. Hablan y no paran de lo mal que está la Deuda española, de las meteduras de pata de Zapatero y de Rajoy, de Libia, del niño de Chaves, de los EREs fraudulentos de la Junta de Andalucía, del Caso Gürtell. Y uno se queda a cuadros sin entender de qué, contri, hablan. No sé si será porque en Sevilla la Semana Santa es algo muy especial, pero el caso es que uno se lanza a la calle y aquí todo el mundo de lo que habla es del tiempo, de la posibilidad de que la lluvia impida salir a las Cofradías que hacen su Estación de Penitencia cada día. Pero es que me imagino que en el resto de Andalucía, en Extremadura y en las dos Castillas ocurrirá algo similar, y en Valencia, en Alicante, en Baleares o en Canarias las conversaciones de la gente girarán en torno a si se pueden o no ir a la playa o a sin van a comer paella, gazpacho o gambas a la plancha. Yo creo que sólo en Madrid siguen pensando obsesivamente durante estas fechas en la política y, claro está, en el interminable duelo Madrid-Barça, y en lo que dice o deja de decir el tal Mouriño, pero, claro, Madrid es la capital de España y todos los españoles nos tenemos que guiar, queramos o no, por los dictados de quienes manejan el cotarro informativo. Y para ellos, que tan enfrascados están en la realidad del país  en su irreal realidad, las vacaciones y las procesiones de la Semana Santa no dejan de ser cateterías de provincianos. Lo importante es lo suyo, lo de Sortu y lo de la Deuda, lo de Zapatero y lo de Rajoy, lo de los demás, que sólo queremos evadirnos aunque sean sólo unos días, de la cruda realidad que nos rodea todo el año, es algo insignificante y nimio, algo que no interesa a nadie, según ellos. Pan y circo, dicen. Pues qué bien, allá ellos con sus problemas, que con su pan se lo coman. No me digan que no están ya un poco hasta la coronilla de las sandeces de los politicos que nos gobiernan. No me digan que no es beneficioso para la salud mental de los españoles dejar a un lado durante una semanita tantas gilipolleces como sueltan por esas boquitas unos y otros, y descansar viendo procesiones o disfrutando de un buen día de playa sin tener que cabrearse por lo que acaba de hacer o decir Zapatero o Rajoy. Les aviso que, a partir del próximo Domingo de Resurreción todo volverá a su anormal cauce normal y, con la campaña a las municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, nos vamos a hartar de escuchar tonterías. Así que les aconsejo que disfruten de lo que resta de Semana Santa, enfrásquense en un buen libro, paseen por la playa, por el campo o por esa ciudad que les queda por descubrir, métense en las bullas de las Cofradías, admiren las imágenes, extásiense con el jaleo o con el recogimiento de las procesiones, tomen el sol o visiten monumentos y, por favor, olvídense de la crisis, de Zapatero, de Rubalcaba, de Rajoy y del incompetente Gobierno que rige nuestros destinos. Ya tendrán tiempo, a la vuelta de vacaciones, de regresar a la cruda y cotidiana realidad del paro y de las estrecheces. Que de ella no nos libra ni la Macarena ni el Gran Poder. Es lo que hay.
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