Asfixiados

Al final lo que todos queremos es vivir bien, tener un gobierno que no cree líos aunque se equivoque y una oposición pegadita al terreno de los problemas reales de los ciudadanos; pero nuestros políticos son expertos en crear diferencias artificiales sobre cualquier cosa (ETA, las reformas de los Estatutos de Autonomía, el 11-M, los inmigrantes, la política Exterior, la Educación, la famosa OPA...) en vez de unir fuerzas para remediar, por ejemplo, el que sigue siendo el principal problema de los españoles según la última encuesta del CIS: el paro. Oyéndoles da la impresión de que en realidad nunca han visto un parado de cerca. El Gobierno repite como un mantra que "la economía va bien", y la oposición parece haber renunciado a dar esta batalla. Pero la economía española es la única de la zona euro que ha visto bajar su productividad en los últimos años, nuestra competitividad como país se está deteriorando, y nuestro gasto social en relación a la riqueza nacional, el PIB, sigue muy por debajo de la media de la UE.

Estamos en tasas históricas de creación de empleo gracias al aporte de los inmigrantes, de los 67.000 empleos creados en el primer trimestre de este año, el 76 por ciento fueron para los inmigrantes, y su contribución a incrementar la tasa de natalidad es una auténtica bendición a medio y largo plazo para la sostenibilidad de nuestro Estado de Bienestar (sanidad, educación, pensiones, dependencia), pero esto es solo la cara de una moneda cuya cruz son los salarios y el paro ya que la entrada masiva de inmigrantes en nuestro mercado laboral ha producido un 'dumping salarial' que está haciendo que los sueldos suban de hecho por debajo de los precios -mientras los sindicatos callan- con efectos perversos para la inflación, el ahorro, y el consumo por un lado y por el otro para nuestra productividad y competitividad como país.

Pese a la moderación salarial, la precariedad y la rotación de nuestro mercado laboral supera con mucho los términos de lo simplemente aceptable, coyunturalmente por el citado 'dumping' pero estructuralmente, porque mientras Europa se encamina hacia la Sociedad de Conocimiento nuestro déficit de inversión en nuevas tecnologías sigue siendo brutal. En gasto en I+D en términos de PIB, por ejemplo, estamos en valores similares a 1996. ¿A quién le va bien? A los asalariados desde luego que no, y a la mayoría de quienes pueden repercutir el incremento de los precios en sus negocios, solo a medias. Aquí, bien, va para las grandes empresas que cotizan en Bolsa, para la economía especulativa; pero la cruda realidad es que estamos perdiendo industria -economía productiva- a punta de pala: ni las expectativas económicas ni la bochornosa imagen de gente de no fiar que nos hemos ganado con el lío de la OPA de Endesa animan a invertir en nuestro país.