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El matrimonio del príncipe y la plebeya seguido por cientos de millones en TV

Quinientas mil personas rodearon el Palacio de Buckingham, para saludar a Kate y a Guillermo

Quinientas mil personas rodearon el Palacio de Buckingham, para saludar a Kate y a Guillermo

sábado 30 de abril de 2011, 03:02h
Quinientas mil personas congregadas ante el palacio de Buckingham saludaron ayer con emotivos aplausos y buenos deseos el doble beso que se dieron en el balcón de la residencia real británica el príncipe Guillermo y la plebeya Kate Middleton, convertidos ya en marido y mujer, en pareja principesca y, también, en duques de Cambridge. El matrimonio fue seguido por cientos de millones de personas La boda de Guillermo y Catalina fue un prodigio de organización, arropada por la pompa de las grandes ocasiones. La acogió la abadía de Westminster, símbolo pétreo de la historia de Inglaterra, donde se han coronado casi todos sus reyes, desde Guillermo el Conquistador (1066) hasta Isabel II (1952). El recorrido de los contrayentes hasta el templo fue seguido en directo por un millón de almas. Incontables Union Jack flamearon en las calles de Londres, pulcras y controladas por miles de militares y policías. El repique de campanas señaló la llegada de los novios al templo de estilo gótico, entre cuyos muros resonaron después la trompetería, los coros y el órgano. La pageantry, esa voz inglesa que describe el espectacular y secular protocolo, de enorme riqueza indumentaria, ornamental y ritual, brilló de nuevo con fulgores medievales.   Entrado el siglo XXI, muchos ciudadanos se preguntaban ayer por qué una ceremonia como esta resulta tan atractiva (mientras la contemplaban casi hipnotizados). La respuesta a tal pregunta tiene que ver, obviamente, con la historia de Gran Bretaña, país donde las tradiciones, muchas de ellas encarnadas por la familia real, parecen pesar más que las normas de rango legal. En efecto, la monarquía es un factor de cohesión nacional y un símbolo asociable, en sus mejores fastos, a los episodios nacionales más gloriosos. Cierto es que en años recientes algunos royals han incurrido en conductas que provocaron el desdoro de la institución. La ceremonia de ayer tuvo, pues, la virtud suplementaria de relegarlas tras un lustre especial, basado en incontables detalles, desde el vestuario de los novios, invitados y funcionarios involucrados en el enlace hasta su esmerada realización televisiva... Ayer se casaron en Westminster Guillermo y Catalina, y el elemento sentimental, preeminente en toda boda, centró la atención de millones de personas. Pero la espléndida ceremonia tuvo también una dimensión nacional: con ella, el Reino Unido revalidó ante el mundo la imagen de marca que sigue siendo uno de sus más preciados activos.
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