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Bildu entra en la campaña electoral

Bildu entra en la campaña electoral

domingo 01 de mayo de 2011, 11:59h
¡Menuda semanita nos espera! Empieza –oficialmente—la campaña electoral, una especie de primarias disfrazadas de municipales y autonómicas en las que se ve y escucha de todo menos programas de actuación futura en el ámbito territorial. Va a ser un comienzo de campaña dominado, desde luego, por la legalización de Bildu, el gran tema sobre las meses de todas las redacciones. Un favor enorme el que, entre todos, le hemos hecho a la coalición ex batasuna con los tiras y aflojas acerca de si debería o no permitirse su presencia en las urnas el próximo 22 de mayo. Un debate metajurídico, metapolítico, lleno de pasión y de pasiones que ha servido, en el fondo, para poner de manifiesto algunas grietas del sistema. Pero el mal ya está hecho, y supongo que no conviene llorar ahora sobre la leche derramada. Lo importante sería, en estos momentos, que los partidos democráticos olvidasen algunos de sus errores e hiciesen una campaña constructiva, con ofertas y promesas creíbles, con ideas y sin más dislates que los ya cometidos al calor de la fogosidad de los mítines. Lo más preocupante de todo me parece la inanidad de los programas –en lo que se conoce--, la falta de iniciativas originales, los planteamientos rutinarios de las campañas de todas las fuerzas políticas. No ha habido asomo de voluntad de regeneración en estas últimas semanas, presididas, ya digo, por cuestiones que poco o nada tienen que ver con la mejora de los planteamientos acerca de cómo debe funcionar territorialmente este país nuestro llamado España. Y, así, vivimos pendientes de las encuestas, que ya se ve hacia dónde apuntan, y de temas que, como la (i)legalización de Bildu, hubieran reclamado un poco más de serenidad y un mucho mas de consenso y disciplina política. España es un país asustado no por la posibilidad de que esta coalición se presentase o dejase de presentarse a la carrera hacia las urnas, sino por las cifras de parados y por lo que estas cifras muestran en sus entrañas: casi la mitad de la población joven, desempleada y sin esperanzas. Es el dato más demoledor que una sociedad pudiera imaginar. Añádase que las instituciones políticas hacen, algunas de ellas, agua. Que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la clase política, los medios, suscitan un muy descriptible entusiasmo –más bien un indescriptible desdén-- en la opinión pública. Y, encima, es una pandilla de peligrosos descerebrados la que ha pretendido apropiarse de la palabra ‘regeneración’ para colocársela a una de las muchas ofertas electorales locas que concurren a estos comicios. Ignoro lo que ocurrirá tras el 22 de mayo. Ignoro si habrá primarias en el PSOE –yo creo que hasta los interesados lo ignoran--, ignoro si la presión por un pienso que absurdo adelantamiento electoral tendrá algún efecto, ignoro si el Parlamento tendrá aún tiempo para sacar adelante algunas iniciativas legislativas mal concebidas y –como ese proyecto que pretende sacar a la luz el empleo sumergido—peor realizadas. Ignoro si la votación antisistema, en el País Vasco y no solamente ahí, tendrá un reflejo sensible dentro de tres semanas, como ignoro si lo tendrá ese voto en blanco que es lo que más temen en los ‘estados mayores’ de los grandes partidos. Son muchas las incógnitas planteadas ante las jornadas que nos esperan. Pero estoy seguro de que los españoles no desean, aunque la esperasen, campañas electorales tan frívolas como la que se nos viene encima. Y, además, con la carga de Bildu a cuestas, lo que faltaba.    
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