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Desentrañando el 'misterio Dylan'

Felicidades a Bob Dylan desde el 'Paseo de la Desolación'

Felicidades a Bob Dylan desde el 'Paseo de la Desolación'

martes 24 de mayo de 2011, 13:20h
Bob Dylan cumple 70 años, pero ¿quién es realmente Bob Dylan? De primeras sabemos que su verdadero nombre es Robert Allen Zimmerman, que nació en Duluth, Minnesota, un 24 de mayo de 1941, que fue uno de los mayores iconos de los turbulentos años 60, que se convirtió al catolicismo a finales de los 70 o que es el músico de rock más admirado por sus compañeros de profesión.
Podríamos seguir hasta el infinito añadiendo datos y nunca conseguiríamos resolver un puzzle que ha sido alimentado a partes iguales por un fanatismo sin igual, con miles de libros sobre su persona y obra, y el propio Dylan, que nunca ha respondido a lo que se esperaba de él. Siendo el ejemplo más claro sus primeros años cuando no quiso el papel de "portavoz de una generación" que se le había asignado, haciendo de sus letras algo mucho más subjetivo y personal, y posteriormente cuando electrificó ese mensaje escandalizando al intransigente mundo folk que pasó de mirarle como a un mesías a llamarle Judas, "Like a rolling stone" mediante. 

Esta es sólo una de las muchas caras de ese poliedro llamado Bob Dylan, cada seguidor o detractor tiene una. Es imposible adentrarse en una obra tan descomunal como la suya sin tener una epifanía. La mía se produjo tras haber fracasado varias veces en mi acercamiento al que la mayoría de mis ídolos consideraban el suyo. Mi primer acercamiento fue a una edad temprana, catorce años, y se produjo en una conmemoración parecida a esta, ocurrió en 1992 cuando se celebraban los 30 años de carrera del cantante. El interés por la música rock ya se había despertado en mí y me había llevado a buscar los nombres legendarios de la misma. Beatles, Hendrix, Stones o la Velvet ya eran por aquel entonces mis artistas favoritos. Todos tenían en común una tremenda admiración por el hombre que celebraba sus treinta años en los escenarios. En aquel directo participaron Lou Reed, Stevie Wonder, George Harrison o Neil Young, entre muchos otros. Todo pintaba muy bien pero cuando apareció el mismo Dylan cantando me horroricé escuchando aquello que salía de su garganta. ¿Acaso era el pato Lucas el ídolo de los músicos de rock? 

No me rendí, algo se me escapaba y no podía dejar que eso ocurriese. Asustado por la primera experiencia me compré un grandes éxitos, no me atrevía con un disco entero. Aquello era otra cosa, la voz del joven Dylan no era una maravilla pero distaba mucho del graznido del viejo dinosaurio. Eso sí, para un joven hambriento de rock aquel grandes éxitos se reducía exclusivamente a la vertiente eléctrica, y más concretamente a "Like a rolling stone". Los temas acústicos, "Blowin´ in the wind" y "The times they are a changin´" incluídos, me parecían (¡sacrilegio!) un tostón. La única canción acústica que me llamaba un poco era "Mr. Tambourine man" pero sólo porque me encantaba la versión de los Byrds. Mi intención de hacerme con una discografía de lo más completa sobre música rock, no podía evitar su parada en Dylan. En todas las listas y libros que consultaba los discos de este ocupaban un lugar de honor. Me informé sobre su etapa eléctrica y, a pesar de mi escepticismo (y de lo reducido de mi capital, no olvidemos que estamos hablando de una época en la que no existía internet), decidí darle una oportunidad a "Blonde on Blonde" por delante del sexto disco de los Stones con el que quería hacerme. 

Llegué a casa dispuesto a convertirme. Quería a toda costa "creer". Pero, a pesar de que aquello no estaba mal, seguía sin emocionarme. Una parte de mí se lamentaba de la elección y de tener que esperar una semana más para conseguir "Aftermath", seguro como estaba de que los Stones no me hubiesen defraudado. Convencido ya de que nunca podría ser un "dylanita", vi la luz cuando menos lo esperaba. Jesús Ordovás dedicaba su "Diario Pop" a la psicodelia y allí estaba yo para conseguir mi 'chute' extra de música. Como no era millonario y no podía comprar un carro lleno de discos (uno de mis sueños durante aquella época) me dedicaba a grabar con una cinta de cassette cosas como aquella. No me acuerdo exactamente de lo que puso Ordovás durante el resto del programa pero sí de que terminó con una canción de Dylan, en concreto "Desolation Row". No sonó entera, creo recordar que fueron unos tres minutos de los aproximadamente 11 que dura. No sería una exageración decir que escuché aquellos tres minutos durante las dos próximas horas seguidas. 

Puede que haya embellecido el recuerdo pero siempre he pensado que me compré el disco en el que aparecía al día siguiente. Era "Highway 61 revisited". También incluía la primera canción que me había gustado de Dylan, "Like a rolling stone". Además aparecían "Queen Jane aproximately", "Highway 61" o "Just like Tom Thumb´s blues" y otras cuatro maravillas. Aquello fue mi entrada en el mundo Dylan, el hecho es que lo hice con su disco más eléctrico pero a través de la única canción acústica del mismo. Poco a poco fui redescubriendo su obra e interesándome por averiguar que decía. Descubrí la poesía y la magia de "Blonde on Blonde", las maravillas de la etapa acústica e incluso las bondades del gruñido del Dylan mayor. Sigo sin saber quién es realmente Bob Dylan. Posiblemente cada persona hechizada por su música tenga el suyo propio. El mío está paseando con Cenicienta, Einstein, T.S. Elliott o Casanova por el Paseo de la Desolación. Felicidades, señor Dylan.
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