www.diariocritico.com
Un candidato para salvar los muebles

Un candidato para salvar los muebles

sábado 28 de mayo de 2011, 19:42h
“¿Por qué no Alfredo (ganar) en el 2012?” La pregunta de Rodríguez Zapatero en el Comité Federal del PSOE retrata perfectamente el estilo del personaje. Porque él sabe muy bien que podría describir las mil y una razones por las que la candidatura de Perez Rubalcaba no representa precisamente una perspectiva ganadora de cara a las próximas elecciones. Zapatero sabe muy bien que lo que le está pidiendo a su Vicepresidente es que eche sobre sus hombros la cruz  en el dramático camino que el PSOE debe transitar de aquí a los comicios generales. Incluso reconoce con claridad que Alfredo es el providencial salvavidas que le permitirá que su liderazgo en el partido no se hunda rápida y precipitadamente. Claro, ningún partido importante puede presentar una candidatura sin decir que es para ganar las elecciones. Pero una cosa es la política declaratoria obligada y otra el tono desenfadado y de sonrisa perpetua que utiliza Zapatero para decir lo que hay que decir, más allá de lo que realmente piense. Ese es el estilo que tanto irrita a propios y extraños y que le ha valido las criticas más ácidas en los últimos años (la de Gabriel Albiac en El País es sólo un reciente ejemplo ilustrativo). ¿Será posible que sus asesores de imagen no se hayan dado cuenta que tras el batacazo del 22-M, el Presidente no puede seguir con el mismo estilillo que le ha caracterizado hasta ahora? ¿Será posible que no se den cuenta de que ese es un elemento del cambio necesario para dar credibilidad a la insistente idea de que el PSOE ha entendido el mensaje del electorado? Una de las mayores molestias dentro del partido socialista consiste en que Zapatero y su entorno han recortado dramáticamente el debate interno en la presente legislatura. Pues bien, de nuevo la falta de reflexión sobre las causas de la derrota que muestra la intervención de Zapatero en el Comité Federal ha conseguido arrastrar otra vez al máximo órgano del PSOE (entre Congresos). En esta oportunidad, el líder socialista ni siquiera pone énfasis en los errores de comunicación para explicar a la población las razones del ajuste, simplemente la crisis económica y el exceso de responsabilidad al enfrentarla serían las únicas causas de la derrota. Mientras tanto, la mayoría de los observadores coinciden en que una de las razones de la profunda derrota se ha referido precisamente al plano de la comunicación estratégica. El guión argumental del PP, que parecía poco brillante, derrotó al del PSOE en toda línea: sobre la naturaleza de los comicios, los asuntos claves en juego, etc. Sin embargo, Zapatero (y el pasado Comité Federal) siguen argumentando como si estuvieran solos, sin importarles los tremendos flancos que dejan a su oponente. Obviamente, que el PP tiene el campo abierto para decir que no hay cambio alguno que muestre entendimiento del mensaje del electorado, que Rubalcaba supone más de lo mismo, o que su designación refiere a una decisión unilateral de Zapatero, etc. En realidad, todo indica que –mas allá de la imperturbable sonrisa de Zapatero- la actual cúpula del PSOE mantiene su pobreza argumental y juega desesperadamente a la defensiva. Pues bien, en estas condiciones, la candidatura de Alfredo Perez Rubalcaba difícilmente tiene otro techo político que el de salvar los muebles. Si el estoico Vicepresidente logra evitar una catástrofe en las próximas elecciones generales, el PSOE debería erigirle una estatua en el vestíbulo de Ferraz. Porque será inmensa la deuda política que habrá contraído esa colectividad política con este aplicado y perseverante hombre de partido, que ha acabado asumiendo tan altas responsabilidades en las tareas más delicadas del Estado. Conozco a Rubalcaba en aquellos tiempos de la transición en que leía acuciosamente la primera temporada de Zona Abierta y se hacía poco a poco un espacio en el PSOE de Madrid. Puedo dar fe que nadie hubiera pensado entonces que llegara más allá de ser un buen fontanero de la Moncloa socialista (algo que efectivamente fue durante largo tiempo). Pero, precisamente por eso, resulta más meritorio su conversión en mediador y estratega político. Su carrera representa el rostro positivo de la clase política española, firme en sus convicciones y sereno en medio de las tormentas. Y una prueba de fuego consiste en el hecho de que el PP lo haya tratado de demonizar reiteradamente sin demasiado éxito. En realidad, su mayor defecto consiste precisamente en su fidelidad a Rodríguez Zapatero, incluso cuando no estaba en absoluto de acuerdo con sus actitudes, maniobras y giros. Algo que en el Comité Federal se puso de manifiesto con su abrazo público al líder socialista, tragándose sus sentimientos apreciablemente revueltos. Rubalcaba es un buen ejemplo de aquello que decían los clásicos franceses, desde Sartre a Lacan, acerca de lo importante que resulta en la existencia humana “el deseo de ser”. Alfredo nunca deseó ser el sucesor de Zapatero y menos aún en las actuales circunstancias. Pero es de los acostumbrados a aguantar reiterados cañonazos en el pecho. De lo que no hay mucha seguridad es que el partido le siga como una piña en este via crucis.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios