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Una plaza de Catalunya en continua degradación

Los 'indignados' se aprovechan de las 'odiosas' multinacionales capitalistas para su conveniencia

Los 'indignados' se aprovechan de las 'odiosas' multinacionales capitalistas para su conveniencia

A Trias quieren imponerle 'su' Barcelona y, en el colmo de la originalidad, transmutan a Felip Puig en Hitler

lunes 30 de mayo de 2011, 04:06h

Nada nuevo bajo el sol. Los críticos con el sistema no ofrecen alternativas pero no reniegan de los beneficios del mismo cuando les conviene. Del mismo modo que para criticar -sin alternancia- al capitalismo se utiliza la estética que éste ha proporcionado, desde la informática hasta la Coca-Cola o los tejanos Levi's, también se procede a valerse de la opción para protegerse de los rayos del sol o de un hipotético chaparrón. Asimismo, en la plaza de Catalunya. Una gran lona con los colores azulgrana cubría el tercio sur del ágora. Entre los dobleces, se podían leer las letra 'Wem' -de Wembley-. Y, por la estética, se podría asegurar que la misma estaba patrocinada por la multinacional deportiva Nike (sin que la firma, claro, tenga la mínima constancia de ello). Simbólica imagen, pues: tal vez, no estemos en el mejor mundo posible pero nadie sabe articular alternativas efectivas al mismo.

Porque referencias a la final de la Champions League no se escondían este domingo en la plaza de Catalunya. Así, pintadas sobre si importa más una Copa que la "revolución" -y seguimos con el discurso rayado- figuran en el panorama que a primeras horas de ese lunes seguirá dibujando el imaginario quilómetro cero barcelonés. También, al mentar al futuro alcalde convergente, Xavier Trias, cuyo nombre, en colores barcelonistas, aparecía en una parodia de su propio eslogan electoral "Tu Trias?" preguntaba una pancarta para responder, más o menos, que la Barcelona del futuro será la que decidan los ocupantes de la plaza de Catalunya: sin preguntar a otras voces, claro. Pobre Trias, ya recibe sin tener ninguna culpa... Pero ¡como es de CiU¡. Peor, como es de esperar, y en una nueva demostración de originalidad, sale parado el conseller de Interior, Felip Puig, con una imagen repartida en pasquines y alterada al hitleriano modo, al principio de la Rambla. Pero cabía volver al epicentro de la revolución de las revoluciones del mundo mundial -por lo menos desde las que se han dado en el mundo islámico- una semana después de haberlo hecho. Sobre todo porque voces distantes pero, lo que es peor, otras en algún momento cómplices empezaban a denunciar una cierta degeneración del ámbito. Y lo cierto es que acercándose al círculo, uno no podía evitar rememorar a Charlton Heston en la escena final de El planeta de los simios cuando se encuentra con una derrumbada estatua de la Libertad: aunque quienes se creen con derecho de apropiarse al mensaje original sean quienes hoy originan la proclama. El huerto aquel que los acampados -se supone- no verían nunca crecido era hoy ya inidentificable y también la plaza en sí presentaba un estado aún más lamentable que hace nueve días. Porque la zona se ha convertido en un centro de apalanque que ríase el lector de cualquier imagen postapocalíptica 'madmaxiana': vaya, que si éste es el futuro deseable, y otra vez dando la vuelta a ciertos mensajes, "paren el mundo, que me bajo", que diría la sensatez. Sobre todo, porque la postal generalizada que ofrece la visión sigue el mismo talante de entonces. Ya adentrándose uno en la plaza de Catalunya, seguía el 'dejà vu': olor a incienso, terapias alternativas, etcétera, etcétera. Eso sí, como novedad cabe señalar que no se sabe si porque la plaza ha colocado el cartel de 'No hay habitaciones libres' o por lo que sea el caso es que la cosa se va extendiendo a las ramificaciones colaterales. Y así, en Ronda Universitat lado Llobregat (vertiente mar) ya había esta noche acampados colaterales que, como mínimo, rendían homenaje a la madre de todas las revoluciones populares: ese Mayo del 68 de París que, en el fondo, sirvió básicamente para cambiar el puritanismo sexual religioso por el progre pero que, como mínimo, fue algo nunca visto. No como las historias que, con un envoltorio u otro, se nos han intentado vender posteriormente. Paradigma final: cuando este cronista se iba, de buen rollo se le ha acercado un muchacho a pedirle un cigarrillo. Siguiendo el talante distendido, el chico ha entendido que quien quiera revoluciones que se las pague.
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