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Tabaco y educación

martes 31 de mayo de 2011, 08:00h
El Gobierno, con su doble moral de impuestos económicos sobre los cigarrillos y de prohibición de fumar en los lugares públicos, es la institución que incumple de modo más clamoroso, público e hipócrita lo que se le plantea a la sociedad en el “Día Mundial sin Tabaco”, que se celebra hoy.      No vamos a entrar en el terco e incesante debate sobre la nueva legislación anti-tabaco, que entró en vigor el pasado 1 de enero, y sobre la que hay división de opiniones y diversidad de puntos de vista. Acaso haya salvado vidas de fumadores activos y pasivos, lo que es elogiable, pero también se ha llevado por delante muchos negocios hosteleros y ha puesto en la calle a un buen número de camareros. “Cada uno habla de la feria según le va en ella”  -se dice-  , pero está claro que la defensa de la vida humana, como valor supremo, es una obligación de todos, así como fomentar la prosperidad de los negocios, y la creación y mantenimiento de puestos de trabajo, aunque no a cualquier precio.     Pero, como decimos, no entramos en ese debate, sino en la doble moral de un Estado que, en la práctica, tiene el monopolio del tabaco, y el control de sus precios y de sus impuestos, al tiempo que obliga a reproducir en las cajetillas espeluznantes imágenes de pulmones destrozados o de paladares que están para el arrastre. ¿En qué quedamos? ¿En recaudar dinero, o en meter miedo? Porque hacer las dos cosas a la vez es jugar de un modo cínico con la libertad de los ciudadanos. En el Evangelio se lee que, cuando un hijo pide pan, sólo los desalmados le dan una piedra, o que cuando pide un pez hay que ser un malnacido para darle una serpiente. El Estado ¿qué nos da? ¿Salud, o tabaco? ¿Pan, o piedra? ¿Pez, o serpiente?      Y no entramos en la milonga del Estado paternalista ni en la cantinela de que la libertad, incluso para suicidarse está por encima de todo. Vamos a asuntos más elementales, como son la coherencia en las decisiones políticas, el fomento de la educación y del civismo, y la exigencia del respeto a los demás (a quienes no fuman, para que no sean molestados; a quienes fuman, para que no molesten).     En fin, que en este “Día Mundial sin Tabaco” todos estamos llamados a reflexionar. Pero, en primer lugar, los que dicen maldecir el tabaco cuando se dirigen, en un coche oficial, al estanco más cercano al ministerio. Todas las drogas son nocivas, pero unas lo son más que otras. De momento, hay pocos casos, en las páginas de sucesos, de un fumador o un bebedor que se dirija al estanco o al bar empuñando una pistola o amenazando con una navaja. Es la educación, amigos, es la educación. > Escuche las columnas de Luis el Olmo en vídeo:
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