La izquierda ya no se fía del PSOE

Los denominados eufemísticamente "pactos del progreso", que no eran otra cosa que alianzas e intercambios de cromos entre PSOE e IU para conseguir repartirse el poder en ayuntamientos, diputaciones y alguna que otra comunidad autónoma, se han ido al traste de la noche a la mañana. Por mucho que insistan sus dirigentes, las bases, que tienen que lidiar día a día con el toro de dar la cara ante los ciudadanos, han dicho que hasta aquí hemos llegado, que no están dispuestas a comerse más marrones por culpa de un Gobierno absolutamente desprestigiado. Da igual que Cayo Lara o que Diego Valderas amenacen con expulsar a los concejales díscolos que van a permitir que gobierne el PP en muchos municipios, y da igual porque, ya lo verán, no van a expulsar a nadie. Y es que no están los tiempos como para perder los escasos militantes que le quedan a IU. Y también da igual que Pepe Griñán se agarre un cabreo de padre y muy señor mío al ver que se le escapan de las manos ayuntamientos como el de Almonte o diputaciones como la de Huelva, pero es lo que hay. Agua y ajo. El caso es que este pacto de izquierdas que, en Andalucía, había funcionado a la perfección en grandes capitales como Sevilla, Córdoba o Jaén, una vez perdidas éstas por la abrumadora mayoría absoluta del PP, parece que se ha disuelto como un azucarillo en agua caliente. Da la impresión ahora que nunca hubieran existido esos "gobiernos del progreso" y esa sintonía ideológica que llevó a algunos consistorios al más absoluto desmadre. Ya iba siendo hora de que se impusiese uno de los dictados de la democracia, que gobierne la lista más votada. Izquierda Unida ha tardado en entenderlo y sus dirigentes aun siguen empecinados en buscar pactos con el PSOE, pero parece que las bases, que están más cerca de los jóvenes del 15-M que que de los comités centrales de PC, han decidido que la izquierda española no se puede aliar con un partido, el PSOE, que está haciendo una política de derechas apoyando a la banca y recortando sueldos y que está llevando al país al desastre más absoluto. La izquierda ya no se fía del PSOE y prefiere abstenerse y que gobierne la lista más votada, anque ésta sea la del PP, a darle de nuevo su confianza a un partido que ha traicionado sus intereses y su propia ideología de base. Al fin y al cabo, con gobiernos populares. Izquierda Unida sabe a qué atenerse y conoce su programa aunque esté en desacuerdo con él, pero con los socialistas, y los hechos lo han demostrado en los últimos años, nunca se sabe a qué carta van a jugar. Hoy se constituyen los ayuntamientos salidos de las urnas el pasado 22-M. Veremos si la normalidad democrática impera o se producen hechos, auspiciados en gran parte por la izquierda, que todos debemos lamentar. En Sevilla, la cuna de Felipe González y Alfonso Guerra, el PP va a celebrar su mayor fiesta. Mariano Rajoy estará presente en la Casa Grande de la Plaza Nueva para asistir a la toma de posesión del nuevo alcalde, Juan Ignacio Zoido. Con él estarán también el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán y el lider del PP andaluz, Javier Arenas. El único que va a faltar a la cita es el alcalde saliente, Alfredo Sánchez Monteseirín, ninguneado por su propio partido y dejado en la cuneta por no gozar de las simpatías  renovadoras impuestas por Griñán en el PSOE andaluz. Su ausencia no dice nada bueno sobre su actitud personal que entiendo, pero no comparto, pero si da una somera imagen de la descomposición en la que se haya sumido el socialismo andaluz tras la debacle electoral del 22-M y la escasa confianza que tienen en lograr mantener la Presidencia de la Junta de Andalucía, sobre todo si en IULV-CA se imponen finalmente las tesis de las bases de no volver a pactar con el PSOE. Más que nunca, Griñán necesita ahora reeditar en Andalucía los frustrados "pactos de progreso". De no hacerlo, el próximo mes de marzo Andalucía podría dejar de ser el "cortijo" que el PSOE ha dominado durante más de treinta años.