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El orgullo de Diana

El orgullo de Diana

martes 03 de julio de 2007, 10:35h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes

Menos mal que ya pasó todo lo del Europride, que a muchos amigos míos del club les entraba como la cosa de organizar, (en privado, que si no les acusan de homofobia y de políticamente incorrectos), algo así como la Semana del Orgullo Heterosexual. Madrid ha dejado de ser la Sodoma y la Gomorra de la Unión Europea y los astutos empresarios de Chueca se dedican a contabilizar los cuantiosos beneficios obtenidos en tan pecaminosos días. Y también tío Mauricio abandonó la capital del Reino, rumbo a Londres, claro, porque no quería perderse lo de ayer, en el estadio de Wembley. Ese macroconcierto a la memoria de Diana de Gales, que tal día como el 1 de julio hubiese cumplido 46 años.

Sí, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y dianeados niños y niñas que me leéis, de vivir ahora la ex de HRH Charles, the Prince of Wales, no sólo se hubiese dado un garbeo por Madrid, sino que hubiese celebrado su cumpleaños encantada de la vida y de haberse conocido. Porque a Diana le encantaba toda la parafernalia gay. Y allá donde esté –se supone que en el Cielo de las alegres princesas—habrá sabido apreciado el detalle que han tenido sus hijos, los príncipes William y Harry, porque nada le complacía tantocomo ese concierto, en el que estaban todos los músicos que le alegraron la vida: Elton John (como una hermana mayor para Diana), Rod Stewart (con su pinta de macarrilla cockney), Tom Jones (y su chorro de voz galesa), el grupo Duran Duran con su líder Simon Le Bon a la cabeza y gentes así. Sólo faltaron Beckham y su esposa Victoria (que debían estar de finde con Tom Cruise en Los Ángeles), para que 60.000 personas, que fueron las que asistieron, recordaran los viejos buenos tiempos de la Princesa del Pueblo.

Al Orgullo Gay del sábado, siguió el Diana’s Pride del domingo. Todo muy propio. Porque la gente sigue recordando la ex del heredero de la Corona británica. Vamos, que para el gayerío británico Diana Spencer es parangonable como icono a La Terremoto de Alcorcón entre el saraserío de por aquí. Lo raro es que Carmen Calvo –ya sabéis la ministra de Cultura—y Pedro Zerolo –el secretario de Movimientos Sociales del PSOE—no hubiesen ido a Wembley, para salir sonrientes en la foto, como haciendo fraternales aunque pícaras manitas detrás de la pancarta que pasearon el sábado por la Gran Vía madrileña. Hubiese ido un puntazo y los británicos lo hubiesen agradecido un montón.

Sí, Diana Spencer, ex de Gales, puede estar orgullosa del macroconcierto de ayer domingo. Fue la estrella del evento. Sin ella no hubiese sido posible el festejo. Y, según mi amigo lord Collingwood, un éxito así habrá puesto de los nervios a la duquesa de Cornwall (Cornualles, pero en inglés) Camila Parker-Bowles, la actual esposa de Charles of Wales. Y no hay para menos. Porque la popularidad de Diana le hace ganar batallas después de muerta. Algo así como una Diana Campeadora, porque ella no tuvo más vida adulta (os recuerdo, pequeñines/as míos/as, que se casó con 19 años) que la de ser princesa. Carrerón que llevó hasta su estrellamiento contra un pilar del parisino puente de Alma. Ella se fue. Su recuerdo queda. Y sus seguidores también. Vaya lo uno por lo otro.

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