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Bildu o la vergüenza

lunes 27 de junio de 2011, 08:53h
    El alcalde de San Sebastián, Juan Carlos Izaguirre, de Bildu, retiró el pasado viernes la fotografía del Rey Don Juan Carlos que presidia el Consistorio. Y en la cercana localidad de Oyarzun, así como en otros ayuntamientos gobernados por Bildu, nadie ha ordenado retirar las imágenes de varios etarras, pese a que el Tribunal Supremo ha advertido de que esa exhibición supone, sin lugar a dudas, un delito de exaltación del terrorismo. Añadamos otras “joyas” de Bildu: se prohíbe a los escoltas acceder a los edificios municipales; se pide que disminuya la presencia militar y policial en el País Vasco y que se eliminen las aportaciones al Estado para su mantenimiento;  se promueve liquidar el AVE vasco porque “acabaría con el proyecto independentista de Euzkal-Herría” y sus relaciones, como Estado soberano, con España y con Francia;  la dirigente batasuna Aurore Martin, huida de la Policía francesa, ha reaparecido el sábado en Bayona, triunfante y aplaudida por un centenar de individuos del mundo abertzale.      ¿Y qué dice el Gobierno de España ante esta escalada de locura y de vileza? Nada. O, mejor, simplicidades y tonterías, esa letanía de que “la ley es para todos” y que “hay que cumplirla y hacer que se cumpla”. ¿Es que no veían venir este panorama que nos ha hecho regresar a la Edad de Piedra, a la ley del Talión, al miedo, al imperio de los malhechores frente a la indefensión de los ciudadanos?  ¿Es que no se enteran de nada, obsesionados con la crisis que no resuelven o con las próximas elecciones generales que van a perder?  ¿Es que no se dan cuenta de que muchas veces una persona tonta es más peligrosa que una persona mala? ¿Es que no saben en qué país viven, y tragan cualquier sapo con tal de huir hacia adelante, humillando a los verdaderos demócratas e insultando a las víctimas del terrorismo y a sus familiares? ¿Es que el lendakari Patxi López, cuya llegada a Ajuria Enea suscitó tantas esperanzas, padece el síndrome de Estocolmo, o quiere poner una vela a Dios y otra al diablo, para quedarse, políticamente, a dos velas, hasta que en las próximas elecciones el PNV, tan complaciente con Bildu, vuelva a ser la fuerza hegemónica en Euzkadi?      ¿Y qué dice el Tribunal Constitucional, el que le enmendó innecesariamente la plana al Supremo y permitió a Bildu entrar por la puerta trasera a las instituciones democráticas, en que maneja censos, ertzainas, policías municipales, información confidencial, además de cientos de millones de euros? Pues, amigos, el Tribunal Constitucional, a través de su presidente, Pascual Sala, y salpicado por el chapoteo del charco en que se han metido, mantiene ahora que, del mismo modo que se legalizó a Bildu también se puede ilegalizar si no cumple sus compromisos. O sea, que primero se comete el error, el inmenso error de abrirle a Bildu el camino hacia el Poder, y después se dice que, si alguien no cumple, “se puede sacar de su escaño a un elegido”.      Ciertamente, en este país ya no cabe un irresponsable más, un tonto más, un inútil más. Porque lo que está ocurriendo en el País Vasco era tan previsible como lo que sucede cuando a un loco se le entrega una lata de gasolina y una caja de cerillas. Somos el hazmerreír del mundo libre, y algún día, cuando le pidamos ayuda a Francia para acabar con ETA, nos mandarán 'a la merde'. Sí, sí, a eso que ustedes están pensando. > Escuche las columnas de Luis el Olmo en vídeo:
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