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Hay que ser valiente para ser maricón

Hay que ser valiente para ser maricón

jueves 30 de junio de 2011, 02:20h
La marcha del orgullo gay en Bolivia en lugar de ser un escenario de rebeldía y dignidad, es de manera dramática un escenario de domesticación. Sirve a los medios de comunicación para mostrar al “gay” estereotipado una vez al año pidiendo tolerancia, inclusión y más domesticación. No ofrece ningún desafío a la homofobia social institucionalizada, no interpela a la sociedad, no interpela al Estado tampoco. En los casos de Santa cruz y La Paz, los organizadores piden permiso. Gracias a esto los gobiernos municipales se dan el lujo de indicar recorrido, horario y prohibir cualquier transgresión a lo que ellos fijen. La marcha de este año ha sido prohibida en su recorrido original. Podemos decir que esa arbitrariedad de ambos gobiernos municipales es más de la homofobia social, pero no podemos dejar de lado el hecho de que los organizadores son plenamente corresponsables de esto porque jamás debieron pedir permiso. La toma del espacio público debe ser un acto de rebeldía no sujeto a la autorización de nadie. En La Paz la marcha es además propiedad privada de una “oenege” que la ha inscrito en derechos de autor, lo que tampoco pasa con marcha alguna en el país. Sin embargo, estas cuestiones son más bien consecuencia de un proceso de extravío del incipiente movimiento marica. Hay dentro del mundo marica una adopción pasiva de las imposiciones de la cooperación internacional porque en realidad los grupos organizados son pequeñas “oeneges” que usurpan la voz de la comunidad gay. Por eso ni siquiera se ha discutido la forma de autonombrarse, se ha adoptado de manera pasiva la denominación GLBT: gay, lesbiana, travesti y transexual, usando lo gay como eje de esta condición. Gay es una palabra en inglés que salió de un largo proceso político del movimiento en los EEUU que buscaba la forma de nombrarse por fuera del concepto de patologización psicológica que el concepto de homosexual había sufrido. En el caso boliviano, en el movimiento se ignora esa discusión. En ese contexto es que nosotras como feministas hemos preferido hablar de maricones porque reutilizar la palabra maricón es una forma de conjurar el uso homofóbico que se hace del término y al mismo tiempo es una estrategia para interpelar el machismo social. El varón que no entra en los parámetros sociales machistas de la sociedad será siempre acusado de maricón. Al mismo tiempo, no hay varón que no haya sido insultado como maricón en su colegio y entre sus amigos, por lo que el término maricón goza de un factor político imprescindible: “su universalidad”. No logran pasar del momento de autoafirmación al análisis de su lugar en la sociedad y menos aún a la capacidad de tomar postura ante las cuestiones sociales desde una mirada marica. Todos los años se repiten diciendo queremos ser parte de la sociedad, cuando de hecho lo somos desde absolutamente todos los lugares sociales imaginables, por eso en cada familia hay mínimo un maricón o una lesbiana. El espacio de “lo gay” en Bolivia es también un espacio de hegemonía masculina. Resulta ser un espacio más de invisibilización de las mujeres lesbianas. Son más visibles las travestis y las trans que pertenecen al mundo masculino que las lesbianas que pertenecemos al mundo de las mujeres; las lesbianas somos cuasi inexistentes. La tiranía del VIH: estas “oeneges” de gays para acceder a financiamiento han asumido la cuestión de la prevención de VIH como monotema, convirtiéndose en los trabajadores sociales baratos del VIH y por lo tanto convirtiéndose en una especie de portadores sociales del VIH. Cuando el VIH está en toda la sociedad precisamente a través de una práctica machista de la sexualidad masculina que se niega a usar condón. El mito del proyecto de ley: estas “oeneges” que tienen que justificarse a sí mismas en ese ítem llamado “incidencia política” tienen que formular proyectos de ley y de ahí sale el famoso proyecto de ley del matrimonio entre parejas del mismo sexo. Además cayendo en el mito de que la ley es el instrumento para cambiar tu lugar de humillación en la sociedad. El instrumento para cambiar la sociedad es la rebeldía y es eso lo que en la marcha y en quienes se atribuyen la representación de lo marica en Bolivia no hay.   María Galindo es miembro de Mujeres Creando.  
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