Mujeres asesinadas

Otra mujer asesinada en Barcelona. Se une a las de Zaragoza y País Vasco de este pasado fin de semana. Van 32 y quizá cuando éste artículo se publique tengamos que lamentar que el número se ha incrementado. La violencia contra la mujer es una lacra de la sociedad española y, también, de muchos países desarrollados de Europa a la que hay que prestarle más atención. Sobre todo, requiere de un consenso político sin fisuras para abordar todos los elementos que contribuyen a una todavía baja concienciación del problema y a la adopción de más medidas preventivas que puedan ayudar a reducir a cero los casos de violencia de género. En este problema, el papel de los medios de comunicación es esencial. Hay una percepción de que los periodistas sólo nos ocupamos de los asesinatos de mujeres y no sabemos valorar, ni percibir, ni considerar que la violencia contra la mujer es un proceso, desgraciadamente, mucho más largo en el tiempo y considerablemente más dañino para la dignidad y la vida de las mujeres. Se ha abierto un debate sobre la conveniencia de más o menos información sobre los casos de violencia de género; sobre el tratamiento informativo de unas imágenes más o menos impactantes y, en definitiva, de la degradación de la cobertura mediática de unas muertes que, en algunos casos, tienen el objetivo de ganar audiencia a cualquier precio. No es aceptable. La gran mayoría de periodistas y de medios de comunicación están comprometidos con la realización de un trabajo serio y responsable sobre un asunto tan delicado con repercusiones tan trágicas sobre la vida de muchas mujeres, y, también, de algunos hombres. Esta semana en un curso de verano de la Universidad Complutense en El Escorial se analizan todos los detalles de “Cómo informar sobre violencia contra la mujer”, debates imprescindibles para evitar errores graves en los titulares que puedan justificar al agresor, ofrecer la falsa impresión de los suicidios (sólo 4 de los 32 agresores en 2011 se han suicidado) y lo que es más relevante, impedir que ningún medio de comunicación claudique a la tentación del infoespectáculo con tal de ganar audiencia. No se trata de ocultar lo que ocurre, sino de contarlo bien, con la dimensión adecuada que evite el mimetismo o la imitación en la mente de un potencial agresor y con la protección a las víctimas para que puedan rehacer su vida y la de su familia.