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Fernando Jáuregui

Pero ¿quién asesora a Rajoy?

Pero ¿quién asesora a Rajoy?

jueves 05 de julio de 2007, 00:13h

 

Pero ¿quién asesora a Rajoy?

 

Fernando Jáuregui

 

04-07-2007 Eso: ¿quién asesora a Mariano Rajoy? ¿Quién le aconseja insistir en el debate sobre el estado de la nación casi exclusivamente en el tema ETA, permitiendo a Zapatero decir que está convirtiendo a la banda en protagonista del acto parlamentario? Yo creo que Zapatero ganó el debate, pero quizá sea más exacto decir que lo perdió Rajoy, cosa que, en voz baja, admiten no pocos diputados ‘populares’. Resulta que el presidente del PP, que el año pasado ganó ampliamente el debate a su contrincante, es, en términos generales, mejor parlamentario que Zapatero. Sin embargo, sus ataques no resultaron convincentes y sus propuestas, si las hubo, se perdieron en el torrente de la mutua indignación en el rifirrafe con el presidente del Gobierno.

 

Se le notó desconcertado por la manera como Zapatero abordó la cuestión de la negociación con ETA. Exigir al Gobierno que entregue  las actas de lo hablado, en medio de una sesión como esta en el Legislativo, era dar una baza a la banda del terror. Decir que, si Zapatero no entrega estas actas, debe disolver las cámaras y anticipar elecciones, es poco menos que conceder a ETA la baza de fijar el calendario electoral. Hay muchas razones para pensar que la Legislatura está agotada, que el Ejecutivo socialista ya no tiene nada que ofrecer,  pero ninguna de esas razones debe, ni puede, pasar por cómo vayan las cosas con una cuadrilla de fanáticos violentos antisistema.

 

También se notó que  a Rajoy le había pillado a contrapié la promesa electoralista de subvencionar con dos mil quinientos euros el nacimiento de cada niño en España. Debería haber estado preparado para esta sorpresa: ZP, al fin y al cabo, controla el Boletín Oficial del Estado y la aplicación de los Presupuestos. Y estaba obligado el jefe de la oposición a tener preparada una batería de iniciativas para contrarrestar la subida a la red de Zapatero; por ejemplo, una propuesta de consenso para reformar la Ley Electoral, algunos aspectos de la Constitución, del Reglamento de la Cámara, de la financiación de los partidos. Una propuesta, en suma, de regeneración de algunos aspectos de la democracia española.

 

Nada de esto le dijeron sus asesores a Rajoy, que malgastó sus dotes. Contra lo que cualquiera hubiese, supongo, aconsejado, le dejaron insistir en la manida ‘cuestión ETA’ -claro que había que tratarla; pero en sus justos límites y desde un mayor espíritu de colaboración, aprovechando que Zapatero ha rectificado patentemente en la línea seguida hasta ahora-. Y olvidaron darle munición para disparar en otros terrenos. Que la oposición no está solamente para decir ‘no’, sino para inundar el campo vacío de ideas con conejos salidos de la chistera.

 

Lo que ocurre es que Zapatero no tenía el campo tan vacío de ideas, y que las medidas electoralistas, si son beneficiosas, no hallan la crítica de la opinión pública. El presidente ha aprendido a utilizar sus recursos, y puede que no esté, al final, tan ayuno de estrategia de comunicación como piensan sus propios fontaneros. Este ZP, que llegó diciendo que el poder no le cambiaría y que la suya sería la Legislatura del talante, es, en efecto, implacable. Pero no con ETA, como dijo el presidente que va a ser su actitud a partir de ahora, sino con quien se le opone políticamente; no es Bambi precisamente. Rajoy y sus muchachos aún no se han enterado de que la indignación ante los patentes embustes, ante las maniobras y los silencios dolosos para nada sirve: a la Cámara hay que venir ya curado de espantos y, sobre todo, con propuestas que convenzan a los ciudadanos.

 

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