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Transparencias auténticas ¡ya!

Transparencias auténticas ¡ya!

sábado 16 de julio de 2011, 19:17h
La impotente realidad; o lo que es lo mismo, el rotundo fracaso del falso bipartidismo    para las soluciones y resoluciones de los problemas transcendentes con los que conviven, malviven o sobreviven la mayoría de la población mundial…está más que demostrada. Local, nacional, continental y globalmente han renunciado a establecer, mantener y potenciar: la justicia social, en todos y cada uno de los estamentos para los que son elegidos. Claro que hay anecdóticas, insignificantes,  -¿y calculadas?-, excepciones. Todos los responsables-irresponsables, “líderes” de la presión depresiva a la que han sometido a infinidad de ciudadanos decentes, tendrían que ser juzgados por prepotencia o negligencia, además de estar descalificados para ejercer cualquier cargo o encargo comprometido. Casi todos para ser exactos. A los que les queda un mínimo de valor, de dignidad, de ética, de humildad, de humanidad, de ejemplaridad o de pundonor, tendrán que rectificar sus actitudes cómplices, o dimitir por aptitudes dudosas. O al menos cuestionar sus propios argumentos. Es casi imposible que los creadores de problemas –los hay que se creen creadores de riqueza- tengan métodos y ánimos para solventarlos. De todas las razones y sinrazones, imperdonables, de su tóxico y trágico naufragio, nos atormentan y desafían, fundamentalmente: tres. 1ª) Hacer o deshacer lo que les da la gana o la desgana con los “débiles” y lo contrario con los “fuertes”, o casi. “Ordenan y mandan” con un escaso 50% de los votos posibles -¿cuántos convencidos?- siempre en la misma ruidosa y ruinosa dirección. En efecto, un abundante 50% de personas mayores de edad ya no los queremos, ni los creemos, ni tal vez contemos con ellos. Pero, ojo, los hay tan fatuos que se creen imprescindibles o insustituibles sin dar importancia a la indiferencia. Por favor y sin favor: no digan y hagan en nombre de todos porque en mayor o menor medida mienten, molestan y hasta ofenden. Nunca se han preguntado en asambleas abiertas, o públicamente en voz alta: “qué estamos haciendo mal, muy mal o peor”. Ni dan explicaciones convincentes de contradicciones incomprensibles y evidentes. No, no basta con publicar sus ciertos o inciertos ingresos. Exigimos saber de sus influencias y connotaciones en consorcios multinacionales, en privatizaciones, o en empresas fantasmas para el porvenir de sus familias, amigos y protegidos. Ellos si que  saben de los esfuerzos o adversidades de nuestros allegados, y no mueven un dedo por cambiar probables méritos por presuntos enchufes. Desmontan o desacreditan el patrimonio común y alimentan la crisis. ¿saqueo,  expolio, necesidad para frenar deudas por su pésima administración? ¡Que desastre! 2ª) Su desprecio absoluto a las creaciones de empresas públicas o mixtas tan diáfanas como eficaces en todos y cada uno de los sectores productivos donde los crecimientos y beneficios sean sostenibles con remuneraciones mucho más ajustadas que ese sector de tinglados privados desequilibrantes, desvergonzados y desvalorizados donde los irresponsables del vértice económico piramidal tienen unos ingresos que multiplican por 20, 50, 100 y 1.000 veces los ingresos de los responsables de base que todavía sostienen cimientos de impresentables y caducos edificios con estructuras y organigramas desfasados. Edificios con pies dolidos o cansados y con cabezas de bálago o de chorlito. Cabezas de bálago, que cuanto más tarden en poner todo su completo apoyo logístico a disposición de estas o parecidas ideas, más culpables son de acrecentar crisis y fatigas de todo tipo y condición. Cuando se llega a una situación donde muchas, demasiadas empresas o empresillas, no pueden pagar más a los empleados, ni muchos empleados, demasiados, no pueden ni medio vivir con lo que perciben, casi todo, en cascada y más pronto que tarde…se viene abajo, incluidos la mayoría de los insustituibles y sus propagandistas. Eso, sin contar con la sangría del paro, de los trabajos temporales o miserables, etc. etc. Es urgentísimo poner límite al enriquecimiento individual o de grupo. Y poner verdaderamente  a prueba el humanitarismo y patriotismo de los discrepantes. Aquí hay lo que hay, y el reparto es demencial y terrorífico. Las recetas bipartidistas solo han servido y servirán para engañar y hacer sufrir más a un sistema cruel, nauseabundo y agotado. 3ª) Las entradas de las guarderías, de las escuelas, de los institutos y de las universidades –públicas, mixtas y privadas- tienen que estar presididas por el primer mandamiento de la ley humana: amarás, respetarás y practicarás la justicia social por encima de todas las castas y cosas. Claro, las colaboraciones de los padres y de los medios de comunicación para la formación de niños y jóvenes son tan complementarias como decisivas. Poco que ver con las parrillas televisivas de sandeces y basurillas. Nos obligan a meditar.  Por ahí se ha de empezar un nuevo y difícil, pero atractivo horizonte para el conjunto de los seres humanos. Poco en común con la filosofía y espíritu de los codiciosos e insaciables mercaderes y sus divulgadores o “perrobombos”. De momento a la “libertad” o “flexibilidad” casi total que piden los portavoces de los “mercados” para sus amaños y apaños, hay que contrarrestarlas, hay que exigirles  transparencias auténticas en sus planteamientos y objetivos a conquistar o enquistar. La crisis es de saturación y cabe la posibilidad de que  sigan pidiendo para no hacer ni dejar hacer, para que casi todo siga como está. Un abundante 50% de personas mayores y con criterio exigimos transparencia y justicia social en todos o casi todos los proyectos humanos ¡ya!
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