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Pero... ¿Se acabó?

Pero... ¿Se acabó?

domingo 31 de julio de 2011, 11:28h
Nada creo que sea 100% bueno ni malo, pero asisto al final de la época Zapatero con muchísimo alivio. La marca de este presidente que ni siquiera tuvo a orgullo ser la  marca del partido que le llevó al poder,  ha sido una especie de ficción que creo sinceramente que estamos pagando muy cara,  y que  seguiremos pagando muy cara,  durante mucho tiempo. En estas apenas 24 horas transcurridas desde que anunció, del modo que él hace, casi a escondidas, la fecha de las elecciones generales, he leído loas y críticas, y alguien a quien no recuerdo se le ocurrió hacer balance, a modo de halago,  de cómo la bolsa había evolucionado en las legislaturas o en las presidencias de los diferentes jefes de Gobierno de la democracia, y encontró que  ZP no había sido el peor. Había habido alguna legislatura donde la bolsa se había comportado peor. ¡Que estupidez!  Este Presidente, se creyó rico. Quiso hacernos creer en lo que  vendía en 2004, donde entonces el PSOE anunciaba, o al menos quería hacernos creer, que sabía  que el modelo económico español estaba agotado. Por alguna razón, en cuanto llegó al poder, la economía fue olvidada. Ese olvido de entonces, dejó paso a una legislatura, la primera de Zapatero, en la que se hizo, NADA. Eso fue lo que  en la economía se hizo, absolutamente NADA. De legislatura de la nada, pasamos a la de la negación. “Por el pleno empleo”. Así se presentó a la reelección en 2008. Tal descaro tuvo en hablar del pleno empleo, que el PP no creyó que existiese otra estrategia que la de decir “yo también”.  Fue una desgraciada campaña. Los que ya entonces creíamos estar ante una crisis como no habíamos conocido, pensamos que estábamos ante una estafa electoral. No podíamos creer que estuviésemos ante semejante elección. Pero el electorado eligió el mensaje que le resultó más amigable y  creíble. Entre un PP que dudaba entre decir la verdad o competir en el terreno de las falsas esperanzas y un ZP, que decía que no había que preocuparse, los compradores electorales se volcaron del lado del charlatán más habilidoso. En eso ZP dio sopa con hondas al PP. Los pueblos siempre pagan sus errores. En mayo del año pasado, ZP, como Pablo de Tarso, aparentó caer del caballo. Todo lo que él sospechaba haber dejado abandonado, haber traicionado en el altar de lo que la parte de la sociedad con voz le alababa, se evidenció. De pronto, en Mayo de 2010, se dio cuenta de que vivía en un sistema que ya no podía soportar un minuto más la ficción. Ocurrió que entonces se encontró solo, y el silencio fue lo máximo que recibió. Solo es en esto en lo que me siento cerca de la persona, mientras sigo rechazando al personaje.  ¿Quién quiere a ZP?  Yo no lo quiero. Ni siquiera ahora que anuncia su muerte política.  La herencia que nos deja este hombre que tuvo la oportunidad, a la que renunció,  de evitar pasar el tremendo dolor  que está pasando y resta por pasar a la sociedad a la que gobernó,  es esa en la que se anuncia que, por primera vez en muchas generaciones, los padres temen que los hijos van a vivir en peores condiciones. Un político joven como Zapatero, es también un hombre. Su conciencia no pudo ir más allá de mayo de 2010, donde tuvo miedo de la visión que le ofrecía el futuro para el pueblo que él, ZP, gobernaba. Y entonces decidió que no. Y tarde, aunque todavía no sabemos si a tiempo, decidió que su gobernar, tenía que ser distinto. Y cambió.  Como español, solo debo gratitud a ese cambio. Lo demás, aquello de lo que enorgullecerse en los derechos sociales, estuvo a un paso de ser, y todavía pueden serlo, los derechos más caros de nuestra democracia, pero solo porque con la excusa de defender esos derechos, se olvidó de que lo que permite aspirar a esos derechos es que la sociedad funcione. Y la sociedad española, hacía tiempo ya, que estaba atrofiándose. No puedo salvar al Zapatero que nos deja mucho peor. Si hacemos balance español a español, es muy difícil salvarte. Muchos miles, quizá millones, viven peor, de cómo vivían y temen más de lo que temían cuando él arribó. Entre esos muchos miles, millones, están gentes que confiaron en él.  El desastre económico que nos deja, no es su culpa, pero si es responsable de su enorme magnitud.  En economía ZP no nos deja nada que salvar. Su herencia, todavía está por ser definitivamente  evaluada. Pero como heredero, me temo que cuando se abra el sobre, mi parte, no sea otra cosa que sacrificio y dolor.  Probablemente como la suya. Lea también: Especial: Las elecciones, el 20-N... Pero, ¿qué pasará de aquí al 2020? 
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