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Nunca más el guerracivilismo

Nunca más el guerracivilismo

domingo 31 de julio de 2011, 16:59h
El panorama actual de los medios de comunicación social presenta, en España, algunos perfiles inquietantes que rompen, de forma inadmisible, con el espíritu de la transición, que fue el espíritu de las libertades. Me refiero en concreto a la deriva casi neofascista más allá de la ultraderecha, del grupo formado por la radio Intereconomía y el periódico La Gaceta de los Negocios, que me afecta de manera muy personal por haber sido muchos años director de La Gaceta de los Negocios, en los tiempos del inolvidable y muy liberal Antonio Asensio, y haber fundado en su momento la radio Intereconomía con el objetivo de hacer una emisora de signo liberal y progresista. Está claro que es verdad aquello de que Dios ciega a los que quiere perder y cuando vendí ambos medios, por precio en realidad menos que simbólico, a su actual propietario, Julio Ariza, de quien me aseguraron que era hombre de ideas liberales, puedo prometer y prometo que nunca pensé que abría paso a una deriva sin futuro como la que se ha producido, porque jamás podrá resucitarse en España, afortunadamente, un régimen sin libertades. Para que no haya equívocos, anticipo que será difícil encontrar un comentarista menos afín que este modesto observador al socialismo del inverosímil Rodríguez Zapatero, pero por poco o nada que me guste el personaje, no sólo respetaré sino que asumiré siempre la voluntad de los electores. Es obvio, para cualquiera de mis lectores, que deseo que los electores no vuelvan a cometer el terrible error de elegir a Rodríguez Zapatero, pero igualmente deseo que la alternativa sea una derecha abierta y liberal, como la que sin duda representa Mariano Rajoy, y de ninguna manera ese horror, muchísimo peor que el mismo ZP, de ultraderecha ahora afincada en los citados reductos mediáticos. Este modesto observador es, y lo reconoce y asume de forma reiterada, un liberal más bien conservador, pero para quien lo sustantivo es lo liberal y lo conservador es asunto de segundo plano y muy debatible. La memoria de los gigantes, de derechas y de izquierdas, que hicieron la transición no merece que se produzca hoy esta deriva de radicalismos entonces afortunadamente superados a favor de la reconciliación nacional y del progreso político y económico de España. Voy a hacer algo que sobradamente se que un periodista no debe hacer, como tantas veces les insistí a mis colaboradores en los numerosos y variados medios que me ha tocado dirigir en una ya muy larga vida profesional, que es pronunciarme sobre el escenario político, y lo haré diciendo que el actual es un escenario que no me gusta, lo mire por donde lo mire, con la única excepción del muy serio, moderado y creíble Mariano Rajoy, no por presidente del PP, sino por su cualificación, capacidad intelectual, fiabilidad y trayectoria. No puedo entender, sencillamente no puedo, que un hombre de la inteligencia, preparación y capacidad de mi admirado amigo Mario Conde se preste a salir en esas pavorosas tertulias ultras, en las que se resucita, día sí y otro también, el terrible espíritu que condujo a la guerra civil que marcó el peor momento de la historia de España. Será verdad aquello de que Dios ciega a los que quiere perder, pero me consta que Mario Conde es hombre de ideas liberales y no puedo entender que se preste a esa aberración guerracivilista que es, día sí y otro también, el eje conductor de la actual Intereconomía, tan inmensamente lejos ya del proyecto liberal para el que la fundé en su día, tantos años atrás. Bien es verdad que me podrán decir, como al famoso personaje histórico: “¡llora, llora como mujer, lo que no supiste defender como hombre!”.  Pero, en fin, eran tiempos difíciles.     Soluciones liberales El caso es que los liberales no podemos abandonar ni siquiera en estos años oscuros de la vida española, quizá por ello más necesitados aún de esa gran fuerza de progreso que son las ideas liberales. Así que este viejo liberal, que se niega a reconocer como liberales a los ultraderechistas más bien próximos al fascismo de triste recuerdo, ha decidido resucitar una revista de pensamiento –de pensamiento liberal, naturalmente–  que llegó a ser emblemática en los últimos años del felipismo y primeros del aznarismo: “Soluciones Liberales”. Pronto estará nuevamente, con los análisis y reflexiones de muy prestigiosas firmas liberales, en los quioscos, y desde ahora ya quiero expresamente convocar a todos los que se sientan liberales y crean en la necesidad del verdadero liberalismo para esta hora de España, a que lean la revista y escriban en ella. Juntos, podemos cambiar el signo de esta triste hora de España y recuperar la senda liberal, que es además la coherente con los principios de la Unión Europea. Creo firmemente que hay soluciones liberales para los problemas actuales, y que deben salir al debate público y enriquecerse con ese debate. Y sobre todo, creo que es necesario impedir que se confunda, ante la opinión pública, el liberalismo con esas posiciones reaccionarias y ultras que carecen por completo de horizonte, por fortuna, en la España de hoy, heredera del admirable y transversal esfuerzo de la Transición.
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