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Escritos en libertad: Zapatero, del pacto de la mantecada al pacto del hojaldre

Escritos en libertad: Zapatero, del pacto de la mantecada al pacto del hojaldre

martes 02 de agosto de 2011, 01:10h
El 19 de junio de 1988 José Luis Rodríguez Zapatero, un joven de 27 años, lograba alzarse con la victoria en el Congreso Provincial del PSOE con el respaldo de un tercio de los asistentes. La victoria inesperada era fruto de un acuerdo previo sellado en Astorga, razón por la cual fue bautizado como el “pacto de la mantecada”. Zapatero había logrado la unión de todas las facciones críticas, de escasa importancia individualmente, mientras los “instalados” seguían en su parra capitalina, ajenos totalmente a la conspiración. La ciudad bimilenaria, cabeza de la Ruta de la Plata pese a los intereses comerciales que la quieren desposeer de este título, ha sido elegida de nuevo para otro cónclave socialista que persigue el mismo fin: echar del poder socialista a quienes lo ostentan. Será el Pacto del hojaldre, que tiene la misma base y cuya fermentación tampoco es muy diferente. La base es el descontento por la prepotencia de quienes han mandado desde la capital. Los mismos que han confesado que han muerto de éxito y que ahora se niegan a ser enterrados. El malestar no ha surgido de la noche a la mañana, ni siquiera ha eclosionado a raíz de los malos resultados logrados por el todavía secretario provincial y exalcalde de León, Francisco Fernández. En los últimos años los críticos hacían oír su voz en cenáculos y barras de bar, pero no se atrevían a dar el paso al frente. Comían con periodistas, pero siempre advirtiendo del off the record . Hubo momentos en los que todo parecía preparado para el gran asalto, pero miraban a La Moncloa y no había señales luminosas. Paco Fernández había sido designado personalmente por Zapatero como candidato a la Alcaldía de León y líder del partido. Razón suficiente.  Pronto surgieron los descontentos en El Bierzo y en La Montaña. El pararrayos Zapatero neutralizaba todas las fuerzas del mal. Después de todo, no se sabían cuando te podía caer un cargo. La derrota del socialismo y la debacle en el Ayuntamiento de León no fue bien interpretada por los perdedores, que continuaron aferrados al cargo y pretendieron exorcizar a los impacientes enemigos contándoles que habían muerto de éxito. En consecuencia,  impusieron el reparto de prebendas y cargos, léase dedicaciones exclusivas y otras canonjías en la Diputación y Consejo Comarcal del Bierzo, sin tener en cuenta la desautorización pública que había tenido su gestión. Después de todo, pensaron, ellos no habían perdido, eran víctimas colaterales de la crisis económica y de la gestión de Zapatero. La justificación fue tomada como una afrenta, como una desfachatez, cuando la causa fundamental de la derrota -dicen los críticos- está en  que los responsables  socialistas leoneses no han sabido trasladar a la población la lluvia de millones que ha supuesto para la provincia la presidencia de Zapatero. Con semejantes interpretaciones, quienes esperaban comenzaron a desesperar. A este paso, pensaron seguramente, los perdedores se van a quedar incluso con los puestos de salida al Congreso y al Senado en las próximas elecciones.  Así que pidieron responsabilidades. Pero nada, oídos sordos. Hasta que Zapatero anunció que no sería candidato a la presidencia de nuevo.  Era la última oportunidad para participar en el reparto de las migajas que quedan. De nuevo cita en Astorga. Y Zapatero lo vio bien. La veda está abierta y la cabeza de Paco Fernández será el trofeo cinegético de la temporada. El aval de Zapatero a la operación, por si alguien lo duda, presenta varios indicios solventes, pero hay  uno que resulta contundente. Entre los integrantes del pacto del hojaldre está Miguel Martínez, el hombre fiel a Zapatero. Amigo personal y eternamente agradecido. Vio colmadas todas sus aspiraciones políticas y personales cuando Zapatero le nombró presidente de Paradores y nunca estaría en una operación que no tuviera el respaldo del todavía presidente del Gobierno. Hay otros nombres también significativos, como igualmente resulta esclarecedor que en la operación haya dos concejales, pero  Miguel Martínez se ha convertido en la estrella polar que marcará la ruta de los más tibios o indecisos. Fernando Aller. Periodista.
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