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El PP que no cesa

El PP que no cesa

domingo 08 de julio de 2007, 01:12h

¡Válganos San Fermín glorioso! o San Benitiño de Lérez, que queda más cerca del columnista. Es sabido que al debate político, intra y ex parlamentario, no hay que pedirle que se ajuste a las razones de la lógica. Pero, aún y con todo, una cierta coherencia en el discurso del Partido Popular sí que cabría esperar.

Ayer, Mariano Rajoy, aparte de volver a pedir/exigir –en esta ocasión ya bordeando la histeria—que el Gobierno entregue las dichosas actas (¿qué actas?) de sus encuentros con los emisarios de ETA, despachó el cambio ministerial de Rodríguez Zapatero tildándolo de “operación cosmética”, algo así como el plan ZP de belleza electoral en siete días. Hoy, los segundos escalones del PP han encontrado la forma de calentar –y, de paso, calentarse— durante este fin de semana. Según ellos, el pérfido, desleal, diabólico y felón presidente del Gobierno se ha deshecho de aquellos ministros como José Bono, López Aguilar, Jordi Sevilla, que tenían una idea unitaria de España, para así poder seguir en su contubernio rompepatrias con los nacionalismos periféricos. Esta es, en el argumentario del Partido Popular, la razón última de la crisis ministerial del día del chupinazo sanferminero.

¿En qué quedamos, peperos míos? ¿En una operación cosmética o en un nuevo avance zapateril en su ruptura de España? ¿Son intrínsicamente perversos todos los nacionalismos periféricos, por muy pacíficos y democráticos que se reclamen, o depende de si PNV y CiU pactan o no con los populares?

Estas incongruentes alegaciones, muy en la depurada línea del agitprop estalinista del pasado siglo XX, empiezan a resultar divertidas. Porque, pese a la intención contraria de sus perpetradores, son más propias del Club de la Comedia (en el que, por cierto, triunfa Urdaci, aquel presentador televisivo tan adicto al aznarismo) que de un partido con una alternativa política seria que presentar a la sociedad española.

El PP no cesa en su empeño de ganar las elecciones del 14 de marzo de 2004. Mariano Rajoy, su presidente, está a lo que marca un guión de autor oficialmente desconocido. Rajoy, ese señor educado de provincias, se comporta públicamente como un niño de diez años al que se le ha negado un capricho. A este paso va camino de quedarse sin postre y castigado a no ver por televisión la etapa del Tour de Francia. Es lo que se merecen los niños mal criados. Bueno, eso y una invocación al coco. ¿Qué tal si para que entre en la seriedad exigible a un zangolotino crecidito e incordiante no llamamos todos a Rodrigo Rato? Al menos el dimisionario presidente del Fondo Monetario Internacional es un hombre serio y formal. Que es lo que acaba necesitando el PP en su presidencia. Escrito sea con ánimo de incordiar.

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