El ejemplo de Nueva York

   En el fin de semana han sido numerosos, casi abrumadores, los recuerdos, los testimonios y loa análisis de aquel 11-S norteamericano del ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas y al Pentágono, una tragedia que cambió la historia del mundo y de la que se cumplen diez años. Muchas personas contaron, en los medios de comunicación, qué hacían en aquellas primeras horas de la tarde  (nueve y pico de la mañana en Nueva York y en Washington) cuando el planeta se estremeció con aquella brutalidad que parecía el episodio más sangriento de todos los imaginables en la ciencia-ficción más angustiosa.      Desde entonces, como decimos, el mundo no es el mismo, y a los miles de víctimas inocentes y a las guerras de Irak y de Afganistán se sumó una crisis económica, en la que estamos inmersos, y de características brutales.      Pero es innegable que Estados Unidos, con todos los defectos atribuibles a los poderosos, es una gran nación, que ayer dio al mundo un ejemplo del que, en la España bipartidista y cainita, deberíamos tomar nota. Con motivo del décimo aniversario del 11-S, el ex presidente republicano George Bush  (inquilino de la Casa Blanca cuando ocurrió la tragedia) y su actual sucesor, el demócrata Barack Obama, comparecieron juntos en la ceremonia celebrada en la Zona Cero de Nueva York, acompañados de sus respectivas esposas, y ambos pronunciaron unas palabras de consuelo a los familiares de las víctimas, y los dos se estrecharon la mano ante el monumento de agua al lado del que están grabados los nombres de las 3.000 víctimas mortales de las Torres Gemelas.     ¿Es imaginable, en España, una escena similar, con José María Aznar y Rodríguez Zapatero como protagonistas, en un aniversario de los atentados de Madrid del 11-M? Nos tememos que no. Y no sólo nos lo tememos, sino que lo hemos comprobado. Da la impresión de que los presidentes de los Estados Unidos tienen presente, como un compromiso y como una bendición, la soberanía del pueblo norteamericano.  Aquí, en España, sin embargo, y por desgracia, priman los rencores o los intereses de sectarismo político sobre la grandeza de servir a la sociedad española. - Lea también: EEUU rindió homenaje a sus más de 3.000 víctimas del 11-S