El cambio estratégico de Rubalcaba

La prolongada, enorme, interminable, entrevista que ha realizado el diario El País a Alfredo Pérez Rubalcaba en su edición del pasado domingo ha suscitado ya los más variados comentarios. Sin embargo, tengo la sensación de que tales comentarios no perciben el cambio profundo en la posición del candidato socialista que se ha producido a mi humilde entender. Hace sólo dos meses, Rubalcaba era principalmente un esforzado escudero dispuesto a sacrificarse por la causa e inmolarse electoralmente en aras de salvar los muebles de su partido. En la entrevista de este domingo, Rubalcaba es ya el patrón del buque sin paliativos: “En el Partido Socialista mando yo”. ¿Se trata de una pose, de una estratagema de campaña? Yo creo que no. Desde luego, sé de buena tinta que estos desplantes molestan a diversos sectores de su partido. No ha faltado militante que me haya dicho “¿Pero quién se cree este señor que es? En el Partido Socialista no hay mandos unipersonales. Quien manda en el partido es el Comité Federal, órgano máximo entre Congreso y Congreso”. Está bien, puede que Rubalcaba necesite  remachar su don de mando, porque los estrategas de campaña le hayan advertido que ahí presenta una debilidad de imagen. Pero yo creo que el asunto no se detiene ahí, que tiene más miga. Rubalcaba ya ha hecho cálculos de mayor alcance: depende de cómo pierda estas elecciones y de cómo le vaya al Gobierno de Rajoy, que tiene posibilidades de ganar dentro de cuatro años. Es decir, ya se ve con posibilidades de acabar como Presidente de Gobierno, algo que hace unos pocos meses ni soñaba. Veamos el escenario inmediato. Primero el resultado de las próximas elecciones. Desde luego, si la derrota en los próximos comicios es tremenda, Rubalcaba está frito para siempre. Sin embargo, si la derrota no es tan fuerte, Alfredo Pérez puede mantenerse como líder del PSOE a futuro. Para lograrlo sólo tendría que dar una pelea interna para consolidar su liderazgo y, aunque no lo tiene tan sencillo como parece, tendría posibilidades de salir victorioso. Así las cosas, la suerte del Rubalcaba que “manda en su partido”, depende principalmente de si Rajoy está en condiciones o no de gobernar el país por ocho años. Pero eso depende bastante, a su vez, de la evolución de la crisis económica. Si en el primer mandato de Rajoy la economía repunta apreciablemente, don Mariano tiene muchas probabilidades de obtener un segundo mandato. Pero si todavía no hemos visto lo peor de la crisis y la situación no mejora en los próximos tres años, o la recuperación no llega a tiempo antes de una considerable contestación social, el PP perderá las subsiguientes elecciones. Y no parece que haya otra alternativa de poder que la del Partido Socialista, incluso si Rubalcaba elije la estrategia actual de Rajoy de esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo. En suma, si no pierde demasiado estrepitosamente las elecciones del 20-N, consolida su liderazgo interno y la crisis económica sigue igual de brava en los próximos años, no sería nada improbable que Rubalcaba resultara Presidente de Gobierno en 2015. Y no es demasiado viejo como para soñar con convertirse en el señor después de décadas de ser escudero. En esto consiste su cambio estratégico; esa es causa de su actual seguridad al timón: ya no es un sacrificado militante dispuesto a poner el cuello por su partido, ahora tiene buenas opciones de jugar a ganador en la alta política. Una vez más, Zapatero se equivocó: con los años, el joven velocista ha dejado de serlo para convertirse en un maduro corredor de fondo.