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No todos los pájaros son iguales

No todos los pájaros son iguales

lunes 03 de octubre de 2011, 03:11h
Al contrario de lo que muchos creen en otros países, las normas de protección ecológica norteamericanas son muy fuertes y conllevan penas importantes para los infractores, que pueden acabar en la cárcel por el asesinato de ejemplares de especies protegidas e incluso de otras muy abundantes, entre ellas todo tipo de pájaros. Hace ya tiempo que la gente sufre con poca resignación las normas que les impiden, por ejemplo, no ya matar sino simplemente estorbar a los gansos canadienses, unas aves de gran tamaño que se pasean por urbanizaciones y otras zonas residenciales, donde dejan excrementos en abundancia sin que los vecinos puedan ni tan solo alejarlas. En otros lugares, como las explotaciones petrolíferas, hay una auténtica cruzada para proteger a los pájaros, y no hace mucho que la empresa Continental, que extrae petróleo en Dakota del Norte, tuvo que presentarse ante los tribunales por la muerte de un pájaro frente a uno de sus pozos petrolíferos. Junto a Continental, otras seis petroleras de Dakota del Norte tuvieron que responder ante el juez por la desaparición de 28 aves, un delito que puede acarrear una multa de 11.000 euros y seis meses de cárcel. La ley de Protección de Aves Migratorias, que está en el código desde hace casi un siglo, consideraba la contravención de sus normas como una 'falta', pero el juez la eleva ahora a un posible delito grave… porque las penas monetarias han aumentado. Nada menos que 450.000 euros tuvo que pagar este año las empresa Exxon Mobil por la muerte de 85 pájaros, mientras que la empresa Electra Pacific Corporation tuvo multas superiores al millón de euros porque sus cables electrocutaron a más de 200 águilas en dos años. Los acusados se declararon inocentes en la audiencia del pasado 22 de septiembre. En un sistema jurídico como el americano, basado en la jurisprudencia, los abogados tratan de apoyarse en otros precedentes, como son los miles de pájaros que mueren en las turbinas de energía eólica: según las organizaciones ecológicas, estos molinos gigantes matan anualmente de 75.000 a 275.000 pájaros, tan protegidos por la Ley de Especies Migratorias como las decenas que mueren en los campos petrolíferos. El Departamento de Justicia no parece verlo así: nadie ha podido encontrar juicios contra los responsables de las turbinas y la situación va adquiriendo ahora un aspecto electoral porque los republicanos aseguran que la diferencia no está en los pájaros, pues se trata de las mismas especies, sino en las simpatías políticas de los actuales ocupantes de la Casa Blanca. Estas simpatías están con los creadores de la 'energía verde', como el viento o el sol, y en contra del gas y del petróleo. Según el director de Continental, la mayor empresa petrolera de Dakota del Norte, el propio presidente Obama le dijo a él que tiene mucho más interés en el desarrollo de baterías para automóviles eléctricos que en obtener suficiente gas y petróleo para eliminar la necesidad de importarlo. Es difícil saber cuáles son los motivos de Obama y sus asesores, pero sí es cierto que apenas oímos hablar de los enormes cambios en el terreno energético de los últimos años: Estados Unidos importaba los dos tercios de su petróleo en la década pasada, pero nadie divulga hoy que ha reducido esta dependencia a tan sólo la mitad. Ni que los principales proveedores son México y Canadá, países vecinos y amigos de los que no cabe esperar chantajes ni suspensiones políticas en el suministro. Pero además, dentro de Estados Unidos hay nuevas fuentes de petróleo que, según algunos expertos, pueden convertir al país en uno de los mayores productores del mundo. Además de las reservas intocables de Alaska, están los enormes campos de Dakota del Norte y Montana. Aunque la obtención no es barata como en el Medio Oriente, la calidad del petróleo es muy alta y las garantías de suministro están fuera de toda duda... excepto por las cortapisas del actual gobierno federal. Las novedades que benefician a la industria petrolera norteamericana son técnicas y económicas. Técnicamente, por el sistema de obtener el petróleo con métodos avanzados de perforación. Económicamente, por el disminuido papel de la OPEP, que ya no puede marcar los precios de los mercados como hacía algunos años atrás: mientras la OPEP determinó los precios, países como Arabia Saudita podían rebajar su oferta hasta niveles suficientes como para arruinar a cualquier inversor norteamericano que había puesto su dinero en fuentes alternativas. Hoy en día es impensable que la OPEP vuelva a bajar los precios por debajo de 30$, con lo que los costos de producción en Estados Unidos están protegidos y los explotadores petroleros pueden desarrollar tecnologías eficientes. En realidad, el panorama energético ha cambiado muchísimo sin que el mundo -y ni siquiera los norteamericanos- se percaten: las terminales que se construyeron hace una década para recibir gas natural licuado, se preparan hoy para exportarlo y la abundancia de gas natural tan solo aflige a quienes ven sus rentas disminuidas porque invirtieron en un sector en que hoy hay exceso de oferta. Y aquí es donde tienen su papel los pájaros que constituyen un ejemplo de la intervención gubernamental en la actividad económica. El Partido Republicano no pierde ocasión de comparar a Obama con el presidente Carter y sus medidas ecologistas restrictivas, con la esperanza de convencer a la población de que los pájaros son un ejemplo de la incapacidad de sus rivales para reactivas la economía.   Un argumento fácil de vender gracias a la debilidad de Obama y la amenaza de una nueva recesión.
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