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Un gran editor en América, España y Europa

Un gran editor en América, España y Europa

domingo 22 de julio de 2007, 03:32h
Ha muerto Jesús de Polanco, presidente de Prisa. Fue un hombre polémico, como todos los grandes. Jesús de Polanco hizo un imperio de la nada; el penúltimo grande. Lo conocí y me parecía un hombre justo, a veces rodeado de personas que no lo eran tanto. Un hombre inteligente, secundado por algunos que no le llegaban a la altura. El construía, y era el mejor de los de su entorno. Sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida, y arregló, en lo que pudo y supo, la sucesión: los dioses rara vez tienen  sucesores a su altura.  Fue un hombre de la cultura y expandió saber, libros, música, cine, por todos los rincones. Su imperio estaba en posiciones progresistas, pero no al servicio de la izquierdona oficial (algunos decían que era más bien al contrario). No transigió con la telebasura, ni con el periodismo amarillo, aunque no pocos, en posiciones ideológicas contrarias,  combatían su mascarón de proa, el diario madrileño El País, con los ataques más implacables.

 Polanco no se arredró por eso. El era ‘Jesús del Gran Poder’. Un hombre fuerte desde su apariencia pequeña. Arrostró la contrariedad sentimental –estuvo casado, en segundas nupcias, con Mariluz Barreiros, con la estaría unido muchos años, pero ya no últimamente—como las contrariedades profesionales, que tampoco fueron tantas: con cierta arrogancia. Y sí, hay que reconocerlo: puede que fuese cierta aquella frase de que “no hay cojones para negarme a mí una televisión”. Y no los hubo: Canal Plus, de pago, se unió al País, la Ser, el grupo Crisol, la productora, la revista de pensamiento, la de cine, la cadena hotelera, el grupo de periódicos regionales, luego las televisiones locales…Un auténtico emporio, que ahora deberá emprender rumbos nuevos.

 De él se dijo que era el hombre más poderoso de España. Por eso tenía muchos enemigos, y enemigos igualmente poderosos, en los medios, en la política, en la empresa. Ya había dado el salto internacional, y andaba en la ‘conquista de América’: de radios, periódicos y cadenas de televisión en América Latina. Ya era un magnate en Chile, en Argentina, en Bolivia, en México, si bien es cierto que desde México le llegaron intentos de compra por parte de Carlos Slim. Su último afán consistía en evitar esa “invasión”, propiciada tal vez por algunos que fueron su mano derecha. Y esa fue, parece, una de sus grandes decepciones: algunos a los que hizo ricos preparaban ya, demasiado anticipadamente, su relevo.

 Con Polanco se va uno de esos magnates de la comunicación de los que quedan muy pocos ya. Llegan nuevos tiempos para la información y sus técnicas y figuras como este gran hombre desaparecido se hacen progresivamente más difíciles.
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