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El dopaje mata aún más al ciclismo

El dopaje mata aún más al ciclismo

miércoles 25 de julio de 2007, 12:18h
El Tour nos ha servido en bandeja la peor de las noticias: el dopaje continúa protagonizando la carrera más importante del mundo. A pesar de los esfuerzos de sus organizadores, de las promesas de los equipos, de los ciclistas, de los médicos y hasta de la ‘Operación Puerto’, la trampa está tan instalada como denominador común de este deporte que parece no tener solución por ahora. Y es que el caso ha afectado ni más ni menos que a uno de los corredores más admirados por su capacidad de lucha y ataque, Alexandre Vinokourov, con lo que la ya de por sí mala noticia, se empeora. Sobre todo porque a los aficionados, que tanto alababan la casta luchadora del kazajo, se les caen los palos del sombrajo.

Porque la credibilidad del ciclismo queda así en mínimos, no sólo para los aficionados, sino para prensa y organizadores. Y es que Vinokourov se suma a la lista negra de todos los profesionales más importantes del último lustro, a aquellos que en los últimos años se repartieron los triunfos en las tres grandes rondas: Tour, Vuelta y Giro. Y junto a sus nombres, Vinokourov (vencedor de la última ronda española), Iván Basso (de la italiana en 2006 y segundo en el Tour de 2005), Floyd Landis (de la ‘gran boucle’ gala en 2006, y pendiente de resolución si se le da el maillot amarillo a Óscar Pereiro, que quedó tras él en la general), Jan Ullrich (eterno segundo en el Tour después del que ganó en 1998), se unen los de otras destacadas primeras figuras, como Óscar Sevilla, Mancebo, Luis Pérez y otros, por citar sólo a los españoles.

No obstante, aunque el otrora bello y respetado deporte del ciclismo esté hundiéndose por el dopaje y parezca que no se toca fondo, siempre es mejor que lo haga de un avez y que renazca ante nuevas bases. Las del esfuerzo limpio: para lo que todos los responsables tienen que echar una mano. Mayormente los organizadores, que cada vez ponen carreras más exigentes, y los dueños de los equipos, que se someten a tal dictadura. Sin olvidar a las televisiones, que también exigen más espectáculo y más dureza para retransmitir las pruebas y captar anunciantes que las rentabilicen.

Y, una última reflexión. Como en la vida ordinaria, como frente a cualquier ley, todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Y por muchas sospechas que haya de que el dopaje es regla y no excepción, no se puede condenar a nadie mientras no dé positivo oficialmente en análisis y contraanálisis. Aunque sea tan sospechosos como el hasta este miércoles líder del Tour, el danés Rasmussen, que se saltó un par de controles antes de acudir al Tour. Aunque sea él. De modo que esa presunción de inocencia sirve y avala, por ahora, a los que se están peleando con la dureza de la ronda gala e intentando ganarla, algunos, como el español Alberto Contador, la última gran revelación y que ha salido limpio de todos los análisis.  
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