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Los ‘asesores’ en América latina

martes 31 de julio de 2007, 10:07h

Hay que reconocer que noticias como la que este martes nos ofrecía el especialista en temas de defensa de ‘El País’, Miguel González, asegurando que el ex espía acusado de traidor al Centro Nacional de Inteligencia, Roberto Flórez, se ofreció como asesor al presidente boliviano Evo Morales, no ayudan mucho a ese papel de puente que España quiere reservarse entre Europa y América Latina. Flórez, que parece que espió en Perú, donde el ex presidente Alejandro Toledo almacenaba tantos agravios contra los ‘servicios’ españoles –llegó a mostrar un día a varios periodistas españoles en Lima un pequeño alfiler-micrófono que encontró en su sofá--, también tenía ‘oficina’ en La Paz y pretendía instalar otra en México DF, se supone que para ‘vender’ sus servicios de asesoramiento en conflictos, que era el extraño objetivo oficial de la empresa que regentaba.

Pero, en fin, el caso del ‘espía traidor’ metido a asesor áulico en América Latina no es el único, aunque el de Flórez, con todo el escándalo montado con su ‘defección’ a los servicios secretos rusos, sea el más llamativo y peculiar. Porque, en el ámbito del puro asesoramiento, tanto Evo Morales como el ecuatoriano Correa y el venezolano Chávez tienen varios influyentes asesores españoles, algunos de los cuales, como un par de periodistas de ideología izquierdista que conocemos, comparten los tres gobiernos. Y el mismísimo Jorge Verstrynge, ex secretario general de Alianza Popular, entre otros vericuetos, se reconoce ‘asesor militar’ del ejército bolivariano.

Claro que la diplomacia va por otros derroteros más oficiales. Ahí está el viaje que la vicepresidenta Fernández de la Vega está realizando por seis países latinoamericanos, y los varios otros que dirigentes políticos españoles emprenden hacia esos países hermanos. Estas ‘asesorías’ españolas, que un día denunciara tan abiertamente el entonces aspirante a la presidencia de Perú frente a Fujimori, Alejandro Toledo, favorecen poco, a la postre, al entendimiento entre ambas partes del Atlántico, porque no siempre son tan transparentes como debieran.

Pero no será por encontrarse con Chávez, como han hecho ya tantos mandatarios españoles, con Evo Morales o, en otro plano –no comparemos, por favor—con los líderes más extremistas, quizá terroristas, de Oriente Medio, por lo que tienen por qué incurrir nuestros representantes políticos en la ira de la Administración Bush. Y, si incurren, qué le vamos a hacer: una muestra más de la miopía que ha marcado el a nuestro juicio desastroso trayecto en política internacional del actual inquilino de la Casa Blanca, al que ya le queda, menos mal, poco en el puesto.

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