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Fernando Jáuregui

Pinochet fue nuestro monstruo

Pinochet fue nuestro monstruo

domingo 10 de diciembre de 2006, 20:57h
Puede --en un reciente viaje a Santiago lo comprobé-- que no todos los chilenos vean los perfiles tan nítidos, porque en ocasiones la cercanía sirve para que la corteza no deje ver los árboles que no dejan ver el bosque, y lamento decirlo. No es el caso de la mayoría de esos hermanos que tenemos en el maravilloso país en el que de la cordillera desembocas inmediatamente en el mar, el país de los Nobel de literatura, de la democracia añeja incrustada en los desiertos y en los valles fértiles. Para esa mayoría, para mí y mi generación cercana, para cuantos no tuvieron la suerte de desconocerlo, Augusto Pinochet era nuestro monstruo, el personaje de pesadilla que acabó con muchos años de paz y libertades. Un ser incomprensible de maldad. Un generalote que acabó con la vida de algunos jóvenes que eran nuestros amigos, con los que nos entendíamos e íbamos a comer cuando viajábamos allá o ellos podían venir acá. Un hombre que ha hecho demasiado mal como para perdonarlo a la hora de la muerte, siento decirlo. Quizá, nos dicen ahora, las cosas no deban contemplarse tan en blanco o negro, claro, pero estimo que no hay conmiseración posible para quien torturó, para quien dispuso arbitrariamente de la vida de tanta gente, y no hablemos ya de otros pecados de Estado que estan sub iudice.
 
No, lo siento; no puedo sentir lástima por los últimos años que pasó perseguido, justamente perseguido. Ha muerto, sin embargo, casi en la impunidad el enorme asesino. Del lado de acá lo sentimos casi como nuestro verdugo, nuestra pesadilla: tanto queríamos a las víctimas, a todas las víctimas hasta remotas, debidas a su acción.
 
Bueno, se nos ha muerto, a muchos, una parte de nuestra peor historia. Como cuando Franco, o cuando Breznev, o como cuando Mao, aunque éramos muy niños entonces. O como cuando toque con Fidel. La historia de todos nosotros se compone de unos cuantos personajes, que destacaron por cosas buenas, y son la mayoría y entonces apenas los citamos, lo que es injusto, o malas, y ahí está este general chileno que siempre esgrimió falsamente el honor y el compromiso con sus ideas para sembrar, en realidad, el deshonor y la desgracia. Menos mal que se nos han acabado estos especímenes, o estan en las cárceles argentinas, o se pudren en la historia universal de la infamia.
 
Adios, Pinochet, símbolo de dolor, sangre, fanatismo, corrupción y lágrimas, es decir, de lo peor. No tardaremos en olvidarte, menos mal. América Latina ya no alberga, loado sea Dios, gente como tú en sus palacios presidenciales, ni en sus covachas bélicas. Ojalá nunca más sea posible gente así.
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