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Ripios populares

miércoles 22 de agosto de 2007, 12:36h
Las Musas no anda precisamente muy obsequiosas con el Partido Popular. Calíope, Erato y Polimnia –las tres protectoras de las diversas facetas de las Poesía—no parecen estar muy por la labor.  Los de la madrileña calle de Génova, dispersos por media España, se encuentran estudiando métrica como posesos. Y todo a cuenta de ese verso suelto de Alberto Ruiz Gallardón, encajado a capón en mitad de una estrofa electoral. Eso de que la poesía es un arma cargada de futuro (Gabriel Celaya scripti) anda sujeto a interpretaciones relativistas (afortunadamente no son morales, con lo que nos ahorramos los trenos y plantos del dueto cardenalicio Rouco-Cañizares) por parte de los/as Zaplana, Aguirre, Acebes, Santamaría et alii.

De momento, no saben si, de cara a la cita electoral del próximo mes de marzo, la cosa va de oda, de soneto, de cuarteta o de pareado. Ni siquiera saben si, al modo contemporáneo de José Ángel Valente o de Juan Benet, hay que andar por el verso libre, por la rima suelta. Y todo por Gallardón, que rima con moscardón (entendido por sinónimo de mosca cojonera). Mariano Rajoy, para alegría abroncadora del editorialista habitual del diario El Mundo, no se define sobre la posible candidatura al Congreso del alcalde madrileño.  Con cara de principiante, el presidente del PP, desde su retiro veraniego cabe la ría de Pontevedra, intenta, contando las sílabas con los dedos, pergeñar una letrilla rimada. Y no le sale. Será por falta de práctica.

La “Oda a la España centrada a la derecha”, que Rajoy y los suyos pretenden declamar dentro de siete meses, peca de exceso de autores. Y no se ponen de acuerdo. De ahí que Ruiz Gallardón, verso suelto, no encaje en los ripios electorales a los que tan aficionado es Eduardo Zaplana (cartagenero de nacimiento), que son una de las señas de identidad de los troveros murcianos o de los bertsolariak vascos. Repentizar en ripios es relativamente fácil. Encajar un verso alejandrino de catorce sílabas (caso de Gallardón) en una octava resulta métricamente imposible. 








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