Gallardón los provoca

Si en la primera ocasión, cuando tuvo la ocurrencia de ofrecerse a Rajoy para acompañarle en la lista de candidatos al Congreso por Madrid, Gallardón ya provocó reacciones de contrariedad, ahora han sido "un clamor" las protestas expresadas, sobre todo por parte de la dirección del partido; Acebes, Zaplana, Aguirre, los que un diario llama "los duros del PP", todos a una han atacado a Gallardón por su pretensión de ser, a un tiempo, alcalde de Madrid y diputado nacional el en el Congreso. ¿Dónde se ha visto tal cosa?, vienen a decir "escandalizados".  Y en vano Gallardón explica que tendría ventajas claras para Madrid y que hay antecedentes de alcaldes madrileños que han sido, al mismo tiempo, diputados. Por si fuera poco, el alcalde reclama un PP moderado y pragmático para ganar las generales del año que viene.

¿A qué viene esa injerencia en asuntos ajenos?, se preguntan algunos en el PP. Y es que todos parecen entender que la presencia de Gallardón en las Cortes supondría algo más que su acta de diputado: una ventaja clara a la hora de empezar a plantear y discutir el relevo de Mariano Rajoy en la presidencia del PP, algo a lo que se niegan, sobre todo, los altos mandos del propio Rajoy, Acebes y Zaplana, así como la permanente adversaria interna que Gallardón tiene en su propio partido, Esperanza Aguirre, que siempre hace el mismo planteamiento: ¿Por qué Gallardón sí y yo no, si yo fui una vez la senadora más votada de España, y ahora mantengo la presidencia de la Comunidad con tantos votos como el alcalde de Madrid?.

Es evidente que Gallardón tiene enemigos en su propio partido, de los que le dan palmaditas en la espalda pero le advierten que comete un serio error. A Gallardón le reconocen su valentía al afrontar el considerable riesgo de acometer la gran obra que ha sido la M-30, todavía sin concluir. Pero a más de uno se le atraganta el Gallardón de "amigos peligrosos" y de "ideas propias".

Es curioso que, en este nuevo envite de Gallardón, Rajoy haya permanecido callado hasta hoy, y lo ha estado todo el mes salvo para dar la enhorabuena "con reparos" a Miguel Sanz y para pedirle a Zapatero que destituya a la ministra de Fomento, como han hecho los restantes líderes no socialistas. Rajoy prefirió callar, pero lo han hecho sus "adláteres", que ya conocen la "doctrina oficial". Y lo ha hecho Aguirre con la sugerencia de que Gallardón debiera optar al Senado y no al Congreso. Al coto de discrepantes con el alcalde esta vez se ha sumado María San Gil, que advierte al alcalde que "está dando armas al PSOE".

Es decir, como siempre, Gallardón resulta imprescindible al PP, pero sus iniciativas disgustan a menudo a sus correligionarios, y a muchos de ellos les resultaría sumamente incómodo que Gallardón "fuera a más" y llegara a discutir el liderazgo del partido a un Rajoy del que muchos militantes empiezan a ver "con escaso futuro" y prácticamente en su fase final de jefe supremo. Esos jefecillos de segunda que le nombró Aznar y él ha mantenido contra la opinión de muchos, le han arrastrado a unos bajísimos índices de popularidad y aceptación pública.