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Fernando Jáuregui

Moratinos, un buen ministro

Moratinos, un buen ministro

viernes 21 de septiembre de 2007, 06:36h

 

Moratinos, un buen ministro

 

Fernando Jáuregui

 

05-11-2007 Se ha puesto de moda tirar piedras a la cabeza de Miguel Angel Moratinos, el ministro de Asuntos Exteriores. No es por llevar la contraria, pero no me parece justo. Es un diplomático profesional, uno del ‘clan’, reconocido, aceptado y tratado en pie de igualdad por sus colegas de todo el mundo. Cosa que no ocurría con algunos de sus antecesores, ajenos a ‘la carrera’. Es un error común pensar y decir que es el ministro de Exteriores quien planifica y ejecuta la política internacional de un Gobierno; en realidad, esa responsabilidad suele recaer en el jefe del Gobierno, mientras al ministro le cabe apenas encauzar las líneas maestras definidas por su jefe.

Y, en el caso de Zapatero, hay que decir que carece de un diseño suficiente de política exterior. Si el presidente chadiano no le ha hecho caso en lo referente a la liberación de los españoles allí retenidos ha sido, entre otras cosas, porque no le ha llamado (sí lo hizo Moratinos a su colega de aquel país africano). Si Mohamed VI ha sacado los pies del plato a cuenta de la visita del rey a Ceuta y Melilla, a una deficiente información procedente de los ‘servicios’ que controla presidencia se debe; si nuestra presencia en la UE carece del brillo necesario, es porque la proyección del jefe del Ejecutivo español no ‘cala’ lo suficiente entre sus colegas.

Y es que en la concepción de Zapatero sigue primando lo interior sobre lo externo, y no se ha dotado a España de la capacidad de vuelo bastante como para ocupar el lugar que le corresponde entre las primeras potencias mundiales. Puede que Aznar tratase de volar demasiado alto y más dura fue la caída; pero su sucesor no pasa del grado de rasante, lo que conviene poco a los intereses de nuestro país. Tenemos una diplomacia competente y preparada, pero insuficiente (aunque ni siquiera Estados Unidos tiene representantes en todos los países del mundo) y poco motivada porque quien elabora el tapiz está más en Soria que en Siria, como dicen, gráficamente, por los pasillos del palacio de Santa Cruz. O sea, que Zapatero no es precisamente Sarkozy, aunque tampoco lo sea en la parte negativa del muy mediático e inquieto presidente francés, que esta parte también existe.

 

 

 

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