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Shoemaker, en New York

Shoemaker, en New York

lunes 24 de septiembre de 2007, 01:09h

Fernando Jáuregui

  Parece, a veces, que a Zapatero le ocurre lo contrario que a tantos mandatarios: es mejor acogido en casa que fuera. Tiene brillantes ideas, arriesgadas ofertas, piruetas atractivas o peligrosas, siempre para uso doméstico y, en el plano exterior, si quita usted la ‘genialidad’ de la Alianza de Civilizaciones, no se le ocurre nada. Será que su inglés no progresa al ritmo deseado, pese al profesor indio, de Goa, que le da clases durante unas horas, las que se puede, a la semana. Será porque su formación es muy escasamente cosmopolita. El caso es que, contra lo que les ocurrió a Adolfo Suárez, a Felipe González y a José María Aznar, la impresión es que a Zapatero eso de salir a comerse el mundo le cuesta mucho. Ahora le tenemos en Nueva York…   La ‘cumbre’ de la Asamblea de las Naciones Unidas es una buena oportunidad para encontrarse con otros mandatarios, porque allí, en estos días finales de septiembre, suelen acudir casi todos. Aprovechar la ocasión para mantener contactos bilaterales es tarea que se imponen todos los presidentes y primeros ministros que estos días abarrotan el ya decadente edificio neoyorquino que, en teoría, debería regular el mundo. El año pasado, entre los logros diplomáticos de Zapatero, nos llegaron a vender una entrevista en NY con el presidente de Andorra. Este año, parece que la alta diplomacia del presidente apenas va a dar para un encuentro (casi obligado) con el nuevo secretario general de la Onu, Ban Ki-Moon, con el presidente boliviano Evo Morales y con el turco Erdogan, camarada amable en esa idea de la Alianza de Civilizaciones.   Como no hay mucho más que decir, se dice que Zapatero va a participar en una cena bastante masiva sobre el cambio climático a la que asistirá George Bush  (cuyas actitudes y postulados, por cierto, parece que tienen bastante que ver con este cambio). Y dicen que el presidente español ha tenido que variar su agenda, renunciando incluso a copresidir un foro, para estar presente en la cena y tener una ‘photo opportunity’ junto al inquilino de la Casa Blanca, con quien tal vez departirá unos segundos, o incluso, si Bush está de buenas, algunos minutos. Gran éxito internacional de quien es llamado, con humor,  ‘míster Shoemaker’ en los ámbitos escasamente educados y siempre crueles de la secretaria de Estado, ‘Condi’ Rice, a quien difícilmente se podría calificar de amiga de España. O, al menos, de amiga de este gobierno español.   Casa mal este forzoso asiento en la cena climática a la que asiste el amo del Imperio con el proclamado desinterés de Zapatero por ser recibido ahora en el despacho oval.  En mi opinión, tienen razón los que afirman que de nada serviría a estas alturas un encuentro entre ZP y Bush, cuando ambos están pendientes  --más Zapatero, claro, porque Bush es ya un ‘pato cojo’ que no puede volver a presentarse—de las elecciones presidenciales en sus respectivos países. España es aliada de los Estados Unidos, buena aliada, presta enormes favores a la política exterior americana, es el interlocutor más idóneo ante algunos Estados latinoamericanos y así debe empezar a reconocerse en Washington, desde donde nos llegan exigencias cada día mayores para que, por ejemplo, aumentemos el número de nuestros soldados en Afganistán si de verdad queremos que un general español mande en la OTAN.   No sé cuánto costará sentarse a cenar cerca –que no al lado, supongo—de George Bush. Sí sé que basta ya de tener que seguir pagando por habernos retirado de Irak, una guerra que al fin y al cabo es el gran error del hombre que hoy más manda en el mundo y con quien –entre otros varios—cenará este lunes nuestro Zapatero.  
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