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Los ojos de la justicia

Los ojos de la justicia

martes 25 de septiembre de 2007, 00:34h
Pese a la venda que los cubre, sus ojos se notan grandes, fogosos, sensuales.  A veces, también calculadores, acechantes, fríos. Es una mirada potente que siempre traspasa el paño que pretende crearle una ceguera artificial. Nada extraño en este tiempo de virtualidad, en que las cosas no son lo que parecen. La imagen de la Justicia me resulta arrobadora. Tan señorial, tan erguida, tan fuerte, tan distinguida en su vestimenta digna sin ocultar su calidad femenina, con una balanza en una mano y la otra sobre una inmensa espada con que debe castigar a un mundo que no ve.

Arrobadora, pero falsa. Y el paso del ex presidente peruano Alberto Fujimori por Chile, ha permitido comprobarlo. Dos años demoró la judicatura en pronunciarse sobre su extradición solicitada por el Perú. Finalmente la concedió. Luego de haber salido subrepticiamente de Lima como Presidente, hace siete años, hoy ha vuelto. Es el jaque de una larga jugada en el ajedrez político. Con cosechas nacionales en ambos países. Y la hermosa madona de la venda y la espada, dio su veredicto cuando debía y cómo debía. ¿En aras de la Justicia? Ese es un tema que discutirán siempre las partes en conflicto.  Pero lo que queda claro y sin contradicciones es que el fallo fue un producto políticamente correcto.

El caso tenía varias aristas. El comportamiento tradicional de la justicia chilena era no conceder la extradición en casos como éste. Se trataba del Perú, cuestión que lo hacía especialmente sensible. Además, a la primera magistratura de la nación vecina había vuelto el socialdemócrata Alán García. Un viejo amigo de muchos miembros de la coalición gobernante en Chile. Su administración necesitaba apoyo en el Parlamento y lo estaba logrando gracias a los votos de los seguidores del ex mandatario de origen nipón.

En Chile también pesaban algunas consideraciones de política interna. Si deseaba que su postulación al Consejo de Naciones Unidas para los Derechos Humanos fuera exitosa, requería de una hoja impecable en materia de delitos de lesa humanidad. Y Fujimori tenía una lista contundente que lo señalaba como responsable de crímenes atroces. Por si eso fuera poco, el ex mandatario posee doble nacionalidad y una de ellas es japonesa.  El gobierno de Tokio lo recibió con muestras claras de simpatía al refugiarse en el archipiélago asiático.  Había favores que pagar y gestos que agradecer. Como aquel en que liberó a la embajada japonesa en Lima de un asalto guerrillero. Todos los insurgentes fueron eliminados físicamente. Y Japón, por su parte, es un socio cada vez más trascendente para la economía chilena. Recientemente se firmó un Tratado de Libre Comercio. En algún momento se pensó que el tema Fujimori podía ser una piedra en el zapato de la presidenta Michelle Bachelet. Idea que, por lo demás, debe haber acariciado el ex mandatario desde que decidió subirse a un  jet privado en Tokio y llegar a la capital chilena en el período previo a las elecciones generales peruanas.

Fujimori confiaba en que su caso se resolvería en pocos meses.  No fue así.  Entre otras consideraciones porque el gobierno de Lima no quería que su figura le provocara dificultades. Y el presidente García enfrentaba una situación  crítica de apoyo popular. Hasta ese momento, el ambiente entre ambos países soportaba oleadas de aire enrarecido. Los límites marítimos salían a flote cada cierto tiempo y las relaciones se tensionaban. Después del terremoto de Pisco, la consideración ciudadana subió respecto a García. Era un buen momento para enfrentar el tema Fujimori.

El fallo salió en el momento adecuado. Luego de la visita a la presidenta Bachelet a Japón. Un detalle, pero delicado. No había necesidad de enturbiar su presencia allí con este tema judicial. 

Para el encausado ex presidente, las cosas tampoco salieron tan mal.  De las sesenta acusaciones, sólo siete fueron aceptadas.  Por dos casos de atropello a los Derechos Humanos y cinco de corrupción podrá ser juzgado en Lima. Mientras tanto, sus partidarios están convencidos que el 2011 lo tendrán nuevamente en la Casa de Pizarro. Algo parecido a lo que ocurrió con el actual mandatario. Alan García debió refugiarse por años en la embajada de Colombia en Lima luego de dejar el poder en su primer mandato. Así evitó que lo enjuiciaran por varios casos de corrupción. Al retornar, el ambiente era diferente y ahora está donde está.

Pese a lo que pudiera pensarse el único que dio muestras de inquietud en este complejo partido de ajedrez fue el jugador oriental. Y eso le hizo dar un paso en falso. Su postulación a senador en Japón fue un error. Esa derrota electoral demostró que sólo tenía peso efectivo en Perú.

Cuando las cosas se hacen bien, se nota.  Las alabanzas al fallo de la Corte chilena han sido variadas. Incluso, para muchos sentará jurisprudencia a nivel internacional. Para los chilenos, en cambio, la lección es clara. La hermosa mirada de la Justicia es conocida por quienes manejan el poder. Hoy fue políticamente correcto condenar a un ex dictador extranjero.  En el plano local, lo políticamente correcto fue esperar que el sátrapa muriera.
 
Así son los ojos de la Justicia.

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Wilson Tapia Villalobos
Periodista
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