La otra lacra: la siniestralidad laboral

Primero fue el presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, quien trató de matizar la responsabilidad de las empresas en estos accidentes. Su visión en sencilla y lógica: en muchas ocasiones el problema no es que la empresa no ponga los medios suficientes para prevenirlos, sino que el trabajador no hace lo suficiente para evitarlos.

En muchos casos es así, pero la postura de las empresas no puede ser conformista y debe tomar un papel activo para evitar que el trabajador descuide su seguridad. De la misma forma que pone los medios necesarios para que sus empleados hagan su trabajo de la mejor manera posible, para que cumplan su horario o para que aprovechen las horas laborales; debe hacer todo lo posible para que los trabajadores tengan presente el peligro que conlleva su empleo y poner los medios necesarios para minimizarlo.

La clave pasa por eso que hemos oido tantas veces de crear una cultura de prevención en la empresa. Así suena un poco raro, pero es sencillo: lo que se necesita es que los trabajadores tengan por costumbre, que sea lo habitual, tomar todas estas medidas; algo que no existe en la actualidad.

La réplica de los líderes sindicales, José María Fidalgo y Cándido Méndez, ha ido por asuntos técnicos, por declaraciones de la Unión Europea en la que se explica que son los empresarios los primeros responsables de estos accidentes. Pero la cosa es mucho más sencilla, más cercana. Igual que vigilan la productividad de sus empleados, deben asegurarse de que cuidan su seguridad.

El otro punto de disputa entre patronal y sindicatos ha sido la de los accidentes 'in-itinere', es decir, aquellos que se sufren en el camino de casa al trabajo y viceversa; y de los accidentes que ocurren en la carretera dentro de la jornada laboral de un empleado que utiliza el coche como un medio en su trabajo.

Para la patronal, estos muertos no se pueden considerar accidentes laborales, ya que no dependen de la labor del empleado en la empresa, sino que ocurre fuera de ella. Según la organización empresarial sólo deberían contabilizarse los accidentes llamados traumáticos, es decir, que se deriven de la actividad del trabajador en la empresa, que, para Díaz Ferrán, son la mitad de los que habitualmente se computan.

Una reclamación un tanto absurda y nimia, ya que poco importa dónde ocurra el accidente, el hecho es que los muertos están ahí, y seguirán estando hasta que las empresas y los trabajadores, ambos, tomen conciencia de esta auténtica lacra. Claro, que todos los días se nos bombardea con cifras e imágenes de muertos en accidente de tráfico y la sangría continúa semana tras semana.