www.diariocritico.com

Air Madrid (“papá… ven en tren”)

domingo 17 de diciembre de 2006, 10:14h

Hay ocasiones en que la imagen es fiel espejo de la realidad. La noche del viernes y la tarde del sábado, con miles de “viajeros varados” y sumidos en iguales dosis de incertidumbre e indignación, la imagen desaliñada y las confusas explicaciones, casi trabalenguas, del secretario general de Transportes Fernando Palao eran como una patética confesión de que la incompetencia del actual equipo político del Ministerio de Fomento sólo es comparable a su desinterés y desprecio por los ciudadanos. Aunque sólo fuera por contraste con la opacidad del alto cargo, algunas cosas quedaban claras: que en lo de Air Madrid queda mucha trastienda por conocerse, que AENA todavía sirve para algo, porque facilita “ayuda humanitaria” –curiosa denominación para los refrescos y bocadillos–, y que Aviación Civil es un auténtico “agujero negro” de nuestro deteriorado sistema de transporte aéreo.

            Alguien muy experto del sector comentó tiempo atrás, con sentido del humor, que lo mejor que podía hacerse con la dirección general de Aviación Civil sería poner todo en manos de una “asistencia técnica”, por ejemplo, de una buena empresa americana, y enviar al actual personal a sus casas, respetándoles los sueldos íntegros con tal de que no molestaran. Al lado de Aviación Civil, incluso la actual AENA es una dirección general… no puede decirse que eficiente, pero casi funcional. Bien es cierto que AENA fue otra y mucha mejor cosa y es posible que vuelva a serlo en el futuro con una dirección idónea. En cambio, lo de Aviación Civil es seguramente un defecto estructural sin posibilidad de corrección.

            Por seguir con el buen humor, dicen los financieros norteamericanos que “si eres multimillonario, puedes meterte en el sector del transporte aéreo y salir millonario”. Cuando se maneja dinero en cifras estelares, aparecen dos sofisticados problemas, que sólo son opuestos en la apariencia. El primero es contable, y cualquiera entiende que cuando hay mucho dinero conviene contabilizar menos. El segundo, para equilibrar la balanza, es que el dinero ha de hacerse limpiamente visible. Espero que los lectores penetren el enrevesado intríngulis de este equilibrio, y que de ninguna manera malinterpreten que este observador se refiera a movimientos de “evasión” o “blanqueo”, lo que sería por completo ajeno a la intención y al razonamiento seguido.

            Para decirlo con toda claridad, Aviación Civil sabía sobradamente –y por tanto, lo sabía la autoridad política del Ministerio de Fomento– que Air Madrid estaba haciendo “overbooking”, pero con los aviones en vez de con los pasajeros, es decir, que programaba vuelos de más, con cadencias muy ajustadas y sin aviones de repuesto. Era lógico que, este viernes, las burocráticas explicaciones de Fernando Palao en torno al expediente y su complejidad y los trabas jurídicas de la compañía, no consiguieran dar respuesta alguna al terco interés de los periodistas por las razones de que el Ministerio hubiera dado ocasión a que Air Madrid cesara la actividad antes de serle retirada la licencia. Puede decirse todavía más claro: Air Madrid ha dejado en tierra a esos miles de pasajeros, pero el responsable pleno de la situación en que se encuentran es el Ministerio de Fomento, de cuya estructura orgánica forman parte AENA y Aviación Civil.  

            Tuvo gracia, triste gracia, que el secretario general de Transportes comenzase la rueda de prensa afirmando el preferente interés del Ministerio por los pasajeros. Alguien hubiera debido prevenirle de no caer en un ejemplo tan tosco, casi paradigma, del clásico “excusatio non pedita, confesatio manifesta”. Si en esta desdichada historia hay alguna evidencia es, precisamente, que de los viajeros no se ha ocupado nadie, dejando aparte los bocadillos que les proporcionen durante el mal trago de la ausencia de vuelo. El extraño funcionamiento de Air Madrid era un secreto literalmente a voces, porque ha llenado durante meses páginas y páginas de los periódicos y muchos minutos en radio y televisión. ¿Es que se había enterado toda España menos la dirección general de Aviación Civil del Ministerio de Fomento, que, eso sí, tramitaba un prolijo expediente, tan prolijo como para que Air Madrid les “madrugase” con el cierre de actividad?

            Semejante dejación de funciones, lo mismo da que sea por negligencia o por incompetencia, en un punto sensible del servicio público no puede ahora exonerarse, ni siquiera paliarse, con ideas tan originales como la “oficina de viajes virtual”, eso sí, para los retornos, y las reclamaciones a Air Madrid, y si Air Madrid se hace humo, al empedrado. Podría actuarse de otra manera. Por ejemplo, el Ministerio de Fomento, que tan excelentes servicios jurídicos tiene ¿ha iniciado ya acciones legales contra los responsables? ¿Ha puesto en marcha algún mecanismo para ayudar a los consumidores afectados a reclamar las indemnizaciones que les correspondan? No, claro, unas hojitas de reclamaciones y que cada cual se les arregle como pueda. Ya se sabe la vieja maldición: “¡pleitos tengas y los ganes!” .

            Se preguntará el lector por qué tantas líneas dedicadas a un tema relativamente menor, como éste de Air Madrid. No ciertamente por el Ministerio de Fomento, hace ya tiempo convertido, golpe a golpe de ineficiencia, en un auténtico saco de Papá Nöel para la oposición. Quizá el tema –no para los afectados– sea menor, pero es un excelente ejemplo de la indefensión de los consumidores ante la convergencia –ésta sí que es una “colusión”– de los intereses de las grandes compañías de servicios con la falta de voluntad de algunas direcciones políticas para complicarse la vida con incómodas aperturas de las numerosas “cajas de Pandora” que hay en puntos críticos de la Administración.

            Eso explica con qué niveles de calidad –la palabra misma resulta impropia– se prestan, en muchas partes del Estado, algunos servicios públicos, por ejemplo, de electricidad y distribución de agua, o la broma de “inventos del TBO” en que se ha convertido la limpieza de buen número de ciudades en casi toda España… Pero el problema es más hondo. La indefensión de los consumidores ha alcanzado niveles patológicos en el sector más importante y crítico en términos de educación y desarrollo, el de las nuevas tecnologías. Las grandes compañías de servicios, que se saben impunes por el peculiar modelo bidireccional de sus tratos con los poderes políticos, han prescindido incluso de guardar las formas en las relaciones con los consumidores, que ya no son clientes, sino súbditos.

             Así nos va. Con miles, o decenas de miles, de viajeros en tierra, en la proximidad de las fiestas de fin de año, por la incompetencia de su gestión al frente del Ministerio de Fomento, no ya a la ministra del ramo, ni siquiera al secretario general de Transportes se les ha pasado por la cabeza la idea de dimitir. ¡Faltaría más! Que dimitan ellos, los damnificados, de su vocación de viajeros. La casualidad –o algún genio del marketing, que todo es posible– ha producido la brillante coincidencia de imágenes de los viajeros abandonados en los aeropuertos con un prudente viaje en AVE –“papá, ven en tren” ¿recuerdan?– del presidente del Gobierno. Pero con el actual equipo de Fomento aún en sus “altos cargos”, subirse a cualquier medio de transporte –incluso con la avanzada tecnología del AVE– es un meritorio gesto de coraje de Rodríguez Zapatero.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios